Hoy escribo este post desde el aeropuerto de Dublín, a punto de cruzar el charco para pasar un par de días con mis compañeros de trabajo de Estados Unidos.
Cruzar el charco, curiosa expresión. Es una de las muchas metáforas que utilizamos cada día.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, una de las definiciones de metáfora es la “aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación (con otro objeto o concepto) y facilitar su comprensión”. Dicho así puede parecer un poco complicado, pero lo cierto es que nos pasamos el día utilizando metáforas, muchas veces sin darnos cuenta de que lo son, por ejemplo…
- Me encontraba entre la espada y la pared
- Salió pitando de allí
- Me muero de hambre
Y tantas otras.
Las metáforas nos ayudan a explicar situaciones de la vida de una manera fácil de entender, y no sólo funcionan hacia afuera, cuando hablamos con los demás, sino también hacia adentro, en nuestro diálogo interno. A veces nos resulta más fácil conectar con una emoción cuando “le damos forma” a través de una metáfora, e incluso podemos hasta dibujarla, si eso ayuda 🙂
Y cuando nos enfrentamos a un problema o una situación difícil, el jugar con las metáforas nos puede ayudar mucho a cambiar la perspectiva y buscar alternativas. Por ejemplo, si una persona siente que cada vez que intenta hacer una cosa determinada se da de bruces contra una pared, puede que incluso visualice mentalmente esa pared cuando piense en eso que quiere intentar, y se quede bloqueada. Siguiendo con la metáfora, podríamos preguntar, ¿dónde está esa pared? ¿De qué está hecha? ¿Cómo es de alta? ¿Y qué hay detrás? ¿De qué manera podrías llegar hasta allí? Y tal vez así, explorando maneras de saltar o rodear la pared, o incluso de romperla, puede que la persona se de cuenta de cosas y encuentre soluciones que de otra manera no se le habrían ocurrido.
También es muy interesante plantearnos metáforas al reflexionar sobre algún aspecto de nuestra vida, o de nuestro trabajo. Esto es algo que se hace a menudo en las metodologías Agile, en las retrospectivas de equipo: “si nuestras dos últimas semanas hubieran sido una película, ¿qué película sería, y por qué?” Una vez que añadimos ese toque de creatividad y humor a la conversación, es soprendente todo lo que puede sair de ahí.
Así que esta semana te propongo dos cosas, si te apetece hacerlas: una es escuchar con especial atención para ver cuántas metáforas encuentras a tu alrededor, y la otra es encontrar tu propia metáfora: si hoy fueras un color, por ejemplo, ¿qué color serías?