Elige tus piedras con amor

El año 2021 ya se nos está acabando, y dentro de poquito estrenaremos el 2022.

Pero aún nos quedan unos días, y antes de lanzarnos de cabeza a celebrar el año nuevo, tenemos tiempo de reflexionar un poco sobre este año pasado. Os propongo hacerlo utilizando un acrónimo, unas siglas que al juntarse forman la palabra AMOR:

  • A de AGRADECIMIENTO: ¿De qué me siento agradecid@? ¿Qué cosas me han pasado en este año por las que doy las gracias?
  • M de MEJORABLE: ¿Qué me había propuesto este año que no llegué a conseguir? ¿Qué haría ahora de manera diferente, y cómo lo haría?
  • O de ORGULLOS@: ¿Qué es lo que sí he conseguido este año, de lo que me siento orgullos@? ¿Qué obstáculos he superado?
  • R de REFLEXIÓN: ¿Qué cosas han salido como me esperaba, y cuáles no? ¿Qué sorpresas me he encontrado por el camino? ¿Y qué es lo que he aprendido?

Una vez que hemos mirado hacia atrás y hecho este pequeño repaso, ya sabiendo de dónde venimos y el camino recorrido para llegar hasta aquí, nos será más fácil mirar hacia adelante y decidir hacia dónde queremos ir ahora, qué metas nos queremos marcar para 2022.

Y ojo, no estoy hablando de hacernos propósitos de año nuevo, de esos que nos duran unos días y luego enseguida se disipan para dejarnos igual que antes, o incluso peor… Hablo de ser sinceros con nosotros mismos y decidir conscientemente nuestras prioridades, las cosas a las que damos valor e importancia en nuestra vida, porque una vez que conectemos con ellas y las tengamos claras, la motivación y el éxito vendrán solos, o al menos con mucho menos esfuerzo que si intentáramos cambiar solo a base de fuerza de voluntad 😉

Y hablando de prioridades en la vida, os dejo aquí una historia que seguramente ya habréis visto o leído, pero que nunca está de más recordar. Ahora es el momento perfecto para, desde el AMOR, colocar nuestras piedras grandes (o según esta versión del relato, las pelotas de golf, aunque tengo que decir que no queda tan poético como lo de las piedras…)

Incertidumbre

Las Navidades ya están a la vuelta de la esquina, y no sé a vosotros, pero a mí este año me está costando meterme en el espíritu navideño. En una época en la que lo que se suele hacer son planes, la incertidumbre pesa todavía más que de costumbre… Y digo que de costumbre porque me atrevería a decir que, de dos años para acá, todos nos hemos adaptado a cierto nivel continuo de no saber qué va a pasar. Y sabemos que en un momento u otro van a seguir apareciendo situaciones inciertas.

snowy pathway surrounded by bare tree

Pero claro, como a nuestro cerebro no le gusta nada la incertidumbre, si lo dejamos en piloto automático gasta mucha energía manteniéndose alerta y poniéndose en lo peor, de modo que acabamos estresándonos inútilmente hasta acabar agotados. Y eso es insostenible a largo plazo.

¿La solución? Aprender a estar cómodo con la incomodidad de no tener certeza absoluta, de no saber cómo van a salir las cosas, de no tenerlo todo controlado.

Y para eso, ¿qué es lo que ayuda mucho? Confiar.

Confiar en que todo va a salir de la mejor manera posible, de la manera que tiene que salir, aunque no sea la que nosotros queramos ni entendamos ahora mismo el porqué. Cuando nos atrevemos a soltar y a confiar en la vida, la historia cambia. La incertidumbre puede que siga ahí, pero el miedo desaparece.

Os copio unas palabras de Brené Brown sobre este tema, que ella relaciona con la vulnerabilidad:

Me pasé muchos años tratando de ser más rápida y más lista que la vulnerabilidad haciendo que las cosas fueran seguras y definitivas, blancas y negras, buenas y malas. Mi incapacidad para acoger la incomodidad de ser vulnerable limitó la plenitud de esas experiencias tan importantes que se forjan en la incertidumbre: el amor, la pertenencia, la confianza, la alegría y la creatividad, por nombrar unas pocas.

Felices fiestas. Que la incertidumbre no te impida vivirlas plenamente, tal vez este año de una manera nueva y diferente.

Emociones

Preguntita fácil para los fans de Pixar: ¿sabéis nombrar los cinco personajes que aparecen en esta imagen?

Efectivamente, son las cinco emociones que aparecen en la película Inside Out, que en España se tradujo como Del Revés: Miedo, Asco, Tristeza, Alegría e Ira.

Lo que a lo mejor no sabéis es que no es casualidad que esas cinco emociones fueran las seleccionadas para la película. Son las emociones que los expertos califican de universales, es decir, que todos los seres humanos tenemos desde que nacemos, independientemente de nuestro origen y entorno cultural. Hay dos emociones más, la sorpresa y el desprecio, que algunos expertos consideran universales y otros no, pero lo que está claro es que estas cinco sí que lo son.

Qué chulo, ¿verdad? Pues todavía más chulo es que cada una de estas emociones va acompañada de una expresión facial característica que también es universal: todos las podemos reconocer instintivamente, y de hecho lo hacemos constantemente, interpretando cómo se sienten los demás por la expresión de su cara. Fijaos un momento en los personajes de la imagen, y veréis claramente las emoción que representa cada uno.

Todo esto lo sabemos porque Paul Ekman, psicólogo especialista en emociones (y asesor de Pixar para la película Inside Out), viajó en los años sesenta a una de las civilizaciones más remotas y aisladas de la Tierra, en Papúa Nueva Guinea, donde no habían llegado avances como la fotografía ni la televisión, para estudiar cómo hacían sus habitantes para expresar sus propias emociones y reconocer las de otros.

Y es que a veces podremos parecer muy distintos por fuera, pero por dentro, en el fondo, estamos todos hechos de lo mismo, aunque luego por encima hayamos ido añadiendo capas de personalidad, referencias culturales y comportamientos aprendidos que hacen que a veces no lleguemos a entendernos muy bien.

La película a mí personalmente me parece superdivertida, y muy interesante para todas las edades, os la recomiendo si no la habéis visto. Mi escena favorita es un ejemplo superchulo de empatía que nos da Tristeza, una de las protagonistas, pero también hay otros muchos momentos memorables.

Los que ya la habéis visto, ¿tenéis una escena favorita? ¿Qué destacaríais de la película?

Y si queréis aprender más sobre las emociones, echadle un vistazo a este atlas: http://atlasofemotions.org/

El viaje y el destino

Lo hemos oido un montón de veces: es el viaje lo que cuenta, no el destino final.

Pero a veces hace falta marcarse un destino, aunque no tengamos claro si vamos a llegar, porque si no, ni siquiera empezamos el viaje…

man facing road

¿Tiene que ser el destino perfecto? No, lo que tiene que hacer es ilusionarnos, darnos fuerza para ponernos en marcha.

Y a partir de ahí, todo es aventura: ¿qué nos iremos encontrando por el camino? ¿Cómo podremos adaptarnos y aprender de ello? ¿Qué descubriremos que no sabíamos antes de empezar?

A veces durante el viaje puede que nos sintamos un poco perdidos o desmotivados, y en esos momentos ayuda mucho contar con alguien que nos acompañe durante un tramo, animándonos a pasar por encima de ese árbol caído que bloquea el camino y no nos deja ver más allá (a veces literalmente, ¡gracias Rasmi! 🙂 )

Y puede que aun superado ese obstáculo todavía no veamos claro todo el camino, pero tampoco hace falta. En palabras de Martin Luther King:

No tienes por qué ver toda la escalera, basta con que subas el primer peldaño.