¿Cuál es ese lugar tan especial para ti, ese que te trae tan buenos recuerdos que sólo con imaginarte estar allí ya empiezas a sentirte bien inmediatamente?
Si lo tienes (que espero que sí), ése es “tu lugar feliz” (o como dicen en inglés, aunque suene un poco peliculero: “your happy place”).

A lo mejor no tienes sólo un lugar feliz, sino varios, mejor que mejor. Yo hoy he tenido la suerte de visitar uno de los míos, un lugar donde he pasado muuuuuchos días de verano a lo largo de mi vida, y disfrutado muuuuuchas horas de piscina y de juegos con mi familia 🙂
Algunas cosas han ido cambiando con los años, lógicamente (todo está, y todos estamos, en constante cambio), pero siempre me hace mucha ilusión volver… Y qué suerte que tengo de poder volver.
Puede que tus lugares felices ya no sean como tú los conocías; puede que ahora sean distintos, o incluso que hayan desaparecido. Puede que creas que ya no vas a volver a visitarlos. Pero en realidad no importa, porque aún siguen existiendo en tu mente y en tu corazón, donde puedes recordarlos como mejor te parezca.
Te propongo un pequeño juego: cierra los ojos, respira profundamente, trasládate mentalmente por unos minutos al lugar feliz que tú elijas, disfrútalo de verdad (esto es lo más importante), y fíjate en los detalles que más te gusten, los que mejores recuerdos te traigan, para poder volver a ellos y sentirte así de bien cada vez que lo necesites:
- Una imagen – la puesta de sol junto a la piscina.
- Un sonido – el canto de las tórtolas (aunque yo creía que eran las abubillas…)
- Un olor – el de la tierra mojada en una tormenta de verano.
- Un sabor – el de las “bolluelas” del desayuno.
- Una sensación – de calma, de alegría, de conexión.
¿Te apetece compartir los tuyos?