Afilando la sierra

Si os gustan los temas de productividad, gestión del tiempo y desarrollo personal, seguro que habréis leído o escuchado más de una vez aquello de que hay que pararse a afilar la sierra.

Manual saw making its way through a wooden block

Así es cómo lo explica Stephen Covey en su libro, Los siete hábitos de la gente altamente efectiva:

Imagínate que está en un bosque, y te encuentras a una persona que está dedicándose con todas sus fuerzas a serrar el tronco de un árbol.

– ¿Qué hace usted? – le preguntas.

– ¿Es que no lo ve? – te contesta impaciente – Estoy serrando este árbol.

– ¡Tiene cara de estar agotado! – dices tú – ¿Cuánto rato lleva con esto?

– Más de cinco horas – responde él – ¡y estoy hecho polvo! Es un trabajo muy duro.

– Bueno, ¿por qué no descansa usted unos minutos y aprovecha para afilar la sierra? – le sugieres tú – Seguro que así iría mucho más deprisa.

– ¡No tengo tiempo de afilar la sierra! – te contesta con vehemencia. – ¡Estoy muy ocupado serrando!

Esta metáfora ilustra muy bien cómo a menudo nos enfrascamos en las tareas del día a día y se nos olvida parar un rato de vez en cuando, lo primero para descansar, pero sobre todo para poder dar un paso atrás, ganar un poco de perspectiva y encontrar maneras más eficientes (y más agradables) de ir consiguiendo nuestros objetivos.

Otro gran ejemplo en la misma línea es una frase de esas que ponen en las camisetas para frikis, dedicada a todos los informáticos: Seis horas de depurar código te pueden ahorrar cinco minutos de leer documentación.

Es el famoso work smarter, not harder (no trabajes más duro, trabaja de forma más inteligente), que tan bien nos sabemos en teoría, y que tanto nos cuesta poner en práctica… Quizá en parte porque en esta sociedad está bien visto el estar muy ocupado, lo asociamos a ser productivo, con lo que consciente o inconscientemente nos buscamos ocupaciones (y luego nos encanta quejarnos de lo ocupados que estamos, nos hace sentirnos importantes). O quizá sea porque es más fácil seguir en la inercia en la que nos hemos metido (que en el fondo no es otra cosa que una zona de confort) que cuestionarnos nuesttra la manera en la que siempre hemos hecho las cosas, aunque detrás de ello haya un beneficio.

Este hábito de afilar la sierra puede adoptarse a muchos niveles y con distintos formatos. Yo esta semana en el trabajo, por ejemplo, he tenido la oportunidad de reunirme con mi equipo (¡y en persona, que da puntos extra!) para hacer un alto en el camino, celebrar lo que hemos conseguido en los tres últimos meses, y planificar los próximos tres meses de trabajo. Esta es una práctica muy habitual en las metodologías Agile, y está comprobado que funciona muy bien.

Y ya en un ámbito más individual, podemos dedicar un tiempo concreto cada semana o cada mes a afilar nuestra sierra particular, y seguro que será un tiempo muy bien empleado. Recuerdo que uno de los primeros jefes que tuve aquí en Irlanda me hizo esta sugerencia (¡gracias David!), y durante años reservé un ratito los viernes por la tarde, cuando el trabajo de la semana ya estaba hecho, para sentarme tranquilamente en la cafetería con mi cuaderno, mirar los árboles por la ventana, y reflexionar, planificar, poner en orden mis ideas… Ese ratito la verdad es que me aportaba muchísimo, y ahora me propongo retomarlo otra vez, ya sea los viernes por la tarde o en otro momento de la semana.

Y dado que en realidad no hay manera de separar nuestro yo del trabajo del resto de nuestro yo, este principio va más allá de los conceptos de trabajo y de vida personal, porque al fin y al cabo las personas somos un todo. Stephen Covey propone cuatro áreas en las que debemos afilar nuestra sierra: la fIsica, la mental, la social/emocional y la espiritual.

¿Y tú, cómo afilas tu sierra? Y digo yo, ¿no habría sido más fácil escribir la metáfora con un hacha? Porque no tengo muy claro cómo se puede afilar una sierra dentada como la de la foto…

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