Lo que nos mueve

El principio de curso y el principio de año son dos épocas muy típicas en las que aprovechamos para empezar nuevos proyectos, crear nuevas rutinas, aprender cosas nuevas… En definitiva, para empezar una nueva etapa de nuestra vida, de una manera u otra.

Es cuando nos ponemos en movimiento otra vez, después de un paréntesis vacacional.

Pero, ¿nos hemos planteado alguna vez qué es lo que nos mueve?

La palabra motivación viene del latín motivus, que significa «movimiento», y es la fuerza que nos empuja a ponernos en marcha para conseguir lo que queremos. Hay muchas teorías y explicaciones súper interesantes sobre la motivación, y ya os iré contando más cosas en artículos futuros, pero hoy me gustaría centrarme en una de las observaciones que hace la PNL (Programación Neurolingüística) sobre este tema.

Gran parte de la PNL se basa en identificar patrones de pensamiento y de lenguaje, y trabajar con ellos para obtener mejores resultados en nuestra vida. Concretamente, los llamados metaprogramas son patrones que indican nuestras preferencias naturales a la hora de motivarnos y de realizar tareas: por ejemplo, algunos de nosotros estamos más orientados a «ir hacia» aquello que queremos conseguir, mientras que otros nos enfocamos más en «alejarnos de» lo que queremos evitar (en inglés, «towards» versus «away from»).

Esto resulta muy útil a la hora de encontrar la manera idónea de motivarnos y motivar a los demás, tanto en el terreno personal como en el laboral: ¿Qué es lo que más me importa realmente cuando pienso en este objetivo o reto ante el que me encuetro? ¿Alcanzar un alto nivel de calidad y satisfacción del cliente, o asegurarme de que no haya problemas ni quejas? ¿Conseguir el éxito, o evitar el fracaso? ¿Conseguir el placer, o evitar el dolor? Los dos planteamientos son perfectamente válidos, y probablemente uno nos resonará mucho más que el otro, nos empujará más a la acción.

También, cuando trabajamos con un equipo o nos dirigimos a un grupo de personas, conviene incluir los dos enfoques, para asegurarnos de que el mensaje llega bien a todo el mundo: «Esta nueva app marcará un antes y un después para nuestro producto. Si seguimos adelante con la implementación, podremos multiplicar nuestras ventas y llegar a ser líderes de mercado; si no, nos quedaremos estancados y nos adelantará la competencia».

Otro ejemplo que se me ocurre de este doble argumento son algunas citas motivacionales, como por ejemplo ésta que tengo por casa, y que según internet se atribuye a Mark Twain:

Square greeting card with white print on a black background, says "Twenty years from now you will be more disappointed by the things you didn´t do than by the ones you did. So throw off the bowlines. Sail away from the safe harbor. Catch the trade winds in your sails. Explore. Dream. Discover." (Unknown)

Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta amarras, navega lejos de la seguridad del puerto, aprovecha los vientos alisios. Explora. Sueña. Descubre.

¿Qué te parecen estos dos enfoques de la motivación? ¿Con cuál de los dos te identificas más?

Palabras intraducibles: struggle

Los que ya llevéis un tiempo leyendo este blog sabréis que de vez en cuando escribo sobre una frase que me parece difícil de traducir, o bien del inglés al español o viceversa (si tenéis curiosidad por leer esos artículos, los encontraréis en la categoría de Intraducibles).

Hoy lo que os traigo no es una frase, sino una palabra en inglés, concretamente un verbo: to struggle.

El diccionario nos dice que se traduce como luchar, enfrentarse o forcejear con algo. Y sí, por ahí van los tiros, pero me faltan matices en esa definición. Tal vez porque, al menos en mi cabeza, ese «algo» la mayoría de las veces no es un algo físico, sino una situación o un reto ante el que no sabemos desenvolvernos, y que nos causa sufrimiento mientras intentamos superarlo.

La galería de fotos de WordPress me ha dado estar representación visual de struggle, que me ha parecido muy acertada:

La cuerda podría representar cualquier cosa, real o figurada (¡o imaginada!) con la que nos tengamos que enfrentar y ante la que nos veamos faltos de recursos. Me parece una metáfora muy interesante, porque la cuerda de por sí no tiene vida propia, todo depende de lo que hagamos con ella: podemos irnos liando cada vez más hasta acabar paralizados, o conseguir ir deshaciendo los nudos, y poco a poco liberarnos. Es casi como si esa lucha, ese enfrentamiento, ese forcejeo, en el fondo fuera con nosotros mismos.

Y aquí hay una cosa que me gustaría dejar muy clara: esto nos pasa a todos en un momento u otro, o más bien en muchos momentos de nuestra vida. Es parte de la vida misma. Es así como aprendemos, como crecemos, como evolucionamos.

Una historia muy típica que se cuenta sobre este tema es la de la mariposa: parte de su metamorfosis consiste en salir del capullo, y eso le cuesta muchísimo, es una verdadera lucha; a cualquiera que lo viera desde fuera le parecería que se va a morir sin conseguirlo. Pero lo consigue. Y tiene que ser ella la que lo haga, porque así es como se fortalecen sus alas, para luego poder volar. Si alguien, con toda su buena intención, abriera el capullo antes de tiempo para dejarla salir, se quedaría demasiado débil y no sobreviviría.

De la misma manera, todos tenemos que seguir nuestro propio camino y pasar por nuestras propias transformaciones. ¿Pero realmente tenemos que pasarlo tan mal? ¿O vérselo pasar tan mal a otros, y sin ayudarles? Bueno, lo que sí podemos hacer es tratar esos momentos de la vida como lo que realmente son: etapas de crecimiento, completamente normales. Y sí que podemos ayudar, pero no a base de intentar solucionarle a esa persona los problemas desde fuera, sino respetando su proceso, y acompañándola para que encuentre sus propios recursos y sus propia soluciones.

Creo que esto se resume muy bien en esta cita, que es el primer principio del coaching co-activo:

Las personas, por naturaleza, son creativas, completas y están llenas de recursos.
Las personas no están rotas, no necesitan que las arreglen, y tienen su propia sabiduría innata sobre cómo vivir la vida.

Lo que quiero decir con esto es que, salvo contadas excepciones donde hay patología o trastorno y sí que es necesario acudir a un psiquiatra o a un psicólogo, por lo general todo lo que necesitamos es un poco de tiempo, apoyo y confianza en nosotros mismos para ir superando los retos que se nos pongan por delante.

Eso, y autoconocimiento, mucho autoconocimiento, que siempre ayuda 🙂

Lo que tenga que pasar

Hoy os traigo una cita que se cruzó en mi camino hace unos meses y que me gustó mucho; nos invita a soltar un poco el control y a confiar más en la vida, o al menos así es como yo la interpreto:

Que llegue quien tenga que llegar,
que se vaya quien se tenga que ir,
que duela lo que tenga que doler…
Que pase lo que tenga que pasar.

Mario Benedetti

Da un poco de vértigo, ¿verdad? Sobre todo si, como yo, tienes tendencia a querer controlar tu entorno y a intentar que las cosas salgan siempre como tú quieres.

Pero, ¿sabes qué? Que lo que tenga que pasar va a pasar igualmente, así que, ¿por qué no relajarnos, disfrutar de cada momento y confiar en que a la larga todo va a salir bien? Confiar en que ya tenemos (o podemos conseguir) todos los recursos que necesitamos para enfrentarnos a lo que sea que se nos ponga por delante.

Ojo, que no estoy diciendo que nos sentemos tranquilamente a esperar que la vida nos lo dé todo hecho, no se trata de eso… Se trata de tener claro hacia dónde queremos ir y lo que es importante para nosotros, pero sin forzarlo demasiado, estando abiertos a aprender por el camino, fluyendo y adaptándonos a medida que avanzamos, para así poder aprovechar lo que nos vaya llegando en lugar de frustrarnos porque no es lo que esperábamos.

También se trata de reconocer cuando algo o alguien ya no nos está haciendo bien, o simplemente no nos está ayudando a crecer, y tener la valentía de dejar de aferrarnos a ello, de soltarlo, para dejarles hueco libre a nuevas personas y experiencias.

Y sí, habrá momentos en los que la vida duela un poquito, eso es inevitable. Pero en realidad no es eso lo que peor llevamos; es el sufrimiento que le añadimos nosotros, y que como comento en este otro post, es completamente opcional…

Así que, ¿te atreves a soltar un poco el control, y que pase lo que tenga que pasar?

Frases intraducibles: taking a step back

Hoy os traigo otra de esas frases que me parece que funcionan súper bien en inglés, y para las que no encuentro una traducción convincente al español: taking a step back.

Literalmente significa dar un paso atrás, y se utiliza en el sentido de distanciarnos un poco de los detalles de una situación para poder verla en su conjunto y con mayor claridad, y así poder tomar mejores decisiones.

¿Y qué mejor momento para dar un paso atrás que durante unos días de descanso?

Este fin de semana estamos de puente aquí en Irlanda, o más bien de fin de semana largo. Mi sobrina Ana y su novio, Javi, han venido a hacernos una visita (gracias chicos!), y estamos aprovechando para salir un poco de Dublín y turistear por el oeste de la isla.

Mucho se habla en estos tiempos de la importancia de desconectar y recargar las pilas de vez en cuando, mayormente porque vivimos hiperconectados y sobrecargados en nuestro día a día… Yo os invito a ir un paso más allá, y que la próxima vez que os toméis un par de días de descanso, deis un paso atrás y reflexionéis sobre alguna de estas citas:

El modo en que pasamos nuestros días es, por supuesto, el modo en que pasamos nuestras vidas.

Annie Dillard

La acción expresa nuestras prioridades.

Mahatma Gandhi

Haz menos cosas. Hazlas mejor. Ten claro por qué las haces.

Cal Newport

Afilando la sierra

Si os gustan los temas de productividad, gestión del tiempo y desarrollo personal, seguro que habréis leído o escuchado más de una vez aquello de que hay que pararse a afilar la sierra.

Manual saw making its way through a wooden block

Así es cómo lo explica Stephen Covey en su libro, Los siete hábitos de la gente altamente efectiva:

Imagínate que está en un bosque, y te encuentras a una persona que está dedicándose con todas sus fuerzas a serrar el tronco de un árbol.

– ¿Qué hace usted? – le preguntas.

– ¿Es que no lo ve? – te contesta impaciente – Estoy serrando este árbol.

– ¡Tiene cara de estar agotado! – dices tú – ¿Cuánto rato lleva con esto?

– Más de cinco horas – responde él – ¡y estoy hecho polvo! Es un trabajo muy duro.

– Bueno, ¿por qué no descansa usted unos minutos y aprovecha para afilar la sierra? – le sugieres tú – Seguro que así iría mucho más deprisa.

– ¡No tengo tiempo de afilar la sierra! – te contesta con vehemencia. – ¡Estoy muy ocupado serrando!

Esta metáfora ilustra muy bien cómo a menudo nos enfrascamos en las tareas del día a día y se nos olvida parar un rato de vez en cuando, lo primero para descansar, pero sobre todo para poder dar un paso atrás, ganar un poco de perspectiva y encontrar maneras más eficientes (y más agradables) de ir consiguiendo nuestros objetivos.

Otro gran ejemplo en la misma línea es una frase de esas que ponen en las camisetas para frikis, dedicada a todos los informáticos: Seis horas de depurar código te pueden ahorrar cinco minutos de leer documentación.

Es el famoso work smarter, not harder (no trabajes más duro, trabaja de forma más inteligente), que tan bien nos sabemos en teoría, y que tanto nos cuesta poner en práctica… Quizá en parte porque en esta sociedad está bien visto el estar muy ocupado, lo asociamos a ser productivo, con lo que consciente o inconscientemente nos buscamos ocupaciones (y luego nos encanta quejarnos de lo ocupados que estamos, nos hace sentirnos importantes). O quizá sea porque es más fácil seguir en la inercia en la que nos hemos metido (que en el fondo no es otra cosa que una zona de confort) que cuestionarnos nuesttra la manera en la que siempre hemos hecho las cosas, aunque detrás de ello haya un beneficio.

Este hábito de afilar la sierra puede adoptarse a muchos niveles y con distintos formatos. Yo esta semana en el trabajo, por ejemplo, he tenido la oportunidad de reunirme con mi equipo (¡y en persona, que da puntos extra!) para hacer un alto en el camino, celebrar lo que hemos conseguido en los tres últimos meses, y planificar los próximos tres meses de trabajo. Esta es una práctica muy habitual en las metodologías Agile, y está comprobado que funciona muy bien.

Y ya en un ámbito más individual, podemos dedicar un tiempo concreto cada semana o cada mes a afilar nuestra sierra particular, y seguro que será un tiempo muy bien empleado. Recuerdo que uno de los primeros jefes que tuve aquí en Irlanda me hizo esta sugerencia (¡gracias David!), y durante años reservé un ratito los viernes por la tarde, cuando el trabajo de la semana ya estaba hecho, para sentarme tranquilamente en la cafetería con mi cuaderno, mirar los árboles por la ventana, y reflexionar, planificar, poner en orden mis ideas… Ese ratito la verdad es que me aportaba muchísimo, y ahora me propongo retomarlo otra vez, ya sea los viernes por la tarde o en otro momento de la semana.

Y dado que en realidad no hay manera de separar nuestro yo del trabajo del resto de nuestro yo, este principio va más allá de los conceptos de trabajo y de vida personal, porque al fin y al cabo las personas somos un todo. Stephen Covey propone cuatro áreas en las que debemos afilar nuestra sierra: la fIsica, la mental, la social/emocional y la espiritual.

¿Y tú, cómo afilas tu sierra? Y digo yo, ¿no habría sido más fácil escribir la metáfora con un hacha? Porque no tengo muy claro cómo se puede afilar una sierra dentada como la de la foto…

Frases intraducibles: echao p’alante

Hoy traemos a nuestra sección de frases intraducibles una expresión coloquial muy típica española: ser muy echao p’alante.

El Collins Dictionary da tres ejemplos de traducción de es muy echado p’alante, espero que tengan sentido para los que me leéis en inglés:

  • He’s very pushy
  • He’s very forward
  • He’s not backward in coming forward (informal)

Para mí, ser echao p’alante significa ser valiente, en el sentido de atreverse, tomar la iniciativa y entrar en acción en determinadas situaciones, sin miedo a hacer el ridículo (o a lo mejor con un poco de miedo, pero sin dejar que eso les condicione).

Little girl riding on a horse with her hands in the air, seen from behind

Me viene a la memoria mi amiga Bárbara, que durante años fue la presidenta de la Asociación de Padres de nuestro cole de primaria. Ella un día me explicaba que, cada vez que se pedían voluntarios para organizar alguna cosa en el cole, siempre había cierta gente que se echaba para alante, y cierta gente que se echaba para atrás.

Yo era de las que me apuntaba para ayudar en todo lo que pudiera, pero principalmente para ayudar, no para liderar. No era yo quien tomaba la iniciativa, prefería seguir la iniciativa de otros. Y este patrón se ha ido repitiendo año tras año en muchas facetas de mi vida.

Vamos, que yo no soy ni nunca he sido lo que se dice muy echá p’alante… Lo bueno es que ahora ya sé que eso es parte de mi personalidad, más concretamente de mis tendencias instintivas, no una debilidad de mi carácter que tenga que superar.

Según la teoría de los instintos promulgada por Mario Sikora y que se enseña en conjunción con el eneagrama, nuestros instintos naturales como personas se pueden agrupar en tres áreas principales: instintos relacionados con la conservación (buscar la supervivencia, cuidar nuestras necesidades básicas, cuidar de los nuestros), instintos relacionados con lo social (sertirnos parte de un grupo, relacionarnos con nuestros semejantes) e instintos relacionados con la transmisión (reproducirnos, propagar nuestro mensaje, dejar un legado en este mundo).

Cada persona tiende a tener una de esas tres áreas instintivas mucho más desarrollada que las otras dos, con otra área secundaria, y una tercera mucho menos desarrollada. Y a grandes rasgos, podríamos decir que las personas con más instinto transmisor tienden a ser más echadas para alante, por su necesidad instintiva de transmitir, de convencer, de avanzar. En cambio, las personas que tenemos más instinto de conservación tendemos a echarnos más para atrás, a protegernos y a querer pasar desapercibidos,. Las personas con un instinto predominantemente social tienden a buscar un equilibrio entre lo que dan y lo que reciben, esperando reciprocidad.

Un punto importante que quiero destacar es que ninguna tendencia instintiva es mejor ni peor que las otras; las necesitamos todas, porque cada una implica unas habilidades y fortalezas características, y entre todas se equilibran dentro del grupo. Necesitamos conservadores, sociales y transmisores en nuestra tribu.

A mí personalmente, el aprender cómo funcionan los instintos me está ayudando un montón a comprender tanto mis propias reacciones y comportamientos como los de los demás. Pero eso no significa que podamos ponerlo como excusa para seguir haciendo las cosas siempre igual, todo contrario. La idea es ver que en lugar de forzarnos a hacer cosas radicalmente opuestas a nuestro instinto, podemos trabajar con ello y sacarle el mejor partido posible, diseñando estrategias que nos consigan los resultados que queremos de una manera más natural y más adaptativa.

Yo en mi caso, siendo más bien de instinto conservación, sé que tengo que ponerle especial atención al tema de tomar la iniciativa y entrar en acción, porque es algo que no me suele salir natural. Me busco trucos para motivarme, y así ir avanzando poco a poco sin agotarme ni sentirme sobrepasada. ¿Y qué es lo que más me ayuda? Frases como éstas:

Si no vas a por lo que quieres, nunca lo tendrás.
Si no preguntas, la respuesta siempre es no.
Si no das un paso adelante, estás siempre en el mismo sitio.

Nora Roberts

Y tú, ¿eres de los que se echa para alante, o de los que se echa para atrás? ¿Cuál sería una motivación lo suficientemente fuerte como para echarte hacia adelante?

Noche estrellada

No puedo decir que la pintura sea un tema que siempre me haya interesado, ni que le haya dedicado mucho tiempo a lo largo mi vida, pero sí que es verdad que hay ciertas obras de pintura que me parecen especialmente bonitas (o interesantes), y a las que les tengo un cariño especial.

Entre ellas se encuentran varias de Vincent Van Gogh.

Creo que en gran parte se debe a que durante varios años existió en el centro de Madrid una cafetería llamada Van Gogh Café a la que íbamos mucho mi famlia y yo, porque aparte de tener un ambiente súper agradable y una comida buenísima, estaba justo al ladito del piso de mis padres. Tengo muy buenos recuerdos de ir al Van Gogh cuando las niñas eran pequeñitas, sobre todo con mis padres, a comer de menú del día; a veces se apuntaba también alguno de mis hermanos, cuñados o sobrinos, quien estuviera por Madrid en esas fechas. Y un par de veces hicimos también comida de celebración multitudinaria, con toda la familia al completo 🙂

La decoración de la cafetería, por supuesto, era toda de Van Gogh, con copias de sus cuadros más famosos repartidos por las paredes, mantelitos de papel impresos con la colección de sus mútliples autorretratos, y hasta la reconstrucción de una de sus escenas con una mesa y dos sillas de verdad puestas junto a uno de los ventanales. Por desgracia, ese local lo cerraron hace ya unos cuantos años, pero el estilo tan sencillo y los colores tan vivos de los cuadros de Van Gogh se quedaron de recuerdo en mi memoria desde entonces.

Por eso me hizo tanta ilusión ver algunos de sus cuadros recientemente en la Naational Gallery de Londres, entre ellos el de los girasoles (o más bien uno de los de los girasoles, que pintó varios), la silla que tenéis aquí más arriba, y este paisaje con nubes que no me sonaba haber visto, y que también me pareció muy chulo:

Pero el que se lleva la palma en mi opinión es el de la noche estrellada, a la que hasta Lego le ha hecho un homenaje, y que también es uno de los cuadros estrella de la exposición interactiva (o como la llaman oficialmente, “la experiencia inmersiva”) que hemos visitado este fin de semana en Dublín:

Me gustó mucho aprender un poco más sobre la vida y obra de este gran pintor, que poseía una sensibilidad muy profunda y un talento extraordinario, aunque por desgracia acompañados de mucho sufrimiento, como pasa a menudo en el mundo de los artistas.

Hubo varias de sus citas que me resultaron muy inspiradoras, como por ejemplo:

“Si oyes una voz dentro de ti que dice que no puedes pintar, entonces adelante, pinta,,y esa voz será silenciada.”

“Las grandes cosas no se consiguen por impulso, sino a base de ir enlazando una serie de pequeñas cosas”

“El corazón del hombre se parece mucho al mar: tiene sus tormentas, tiene sus mareas, y en sus profundidades también hay perlas.”

“¿Qué sería de la vida si no tuvéramos el coraje de intentar nada?

Y también me acordé de que hace años alguien le compuso una canción preciosa, “Vincent”, aquí la tenéis con la letra en inglés y en español:

Incomodidad

Esta semana he pasado por algunos momentos en los que me he sentido un poco incómoda.

Nada grave, sólo un poco de incomodidad ante situaciones que se salían de mi día a día habitual. Han sido momentos un poco tensos (al menos dentro de mi cabeza), en los que no he sabido muy bien cómo actuar o qué decir para no meter la pata, y me he sentido torpe, incompetente, un poco como un pez fuera del agua.

Fuera de mi zona de confort.

Pero también, curiosamente, esta semana he oído una analogía que me ha venido genial para cambiar de perspectiva.

La incomodidad es algo que las personas por naturaleza tendemos a evitar, porque nos resulta desagradable, tanto si es una sensación de malestar físico como de cualquier otro tipo, como por ejemplo en ciertas situaciones sociales.

Pero por ejemplo, cuando hacemos deporte, lo que estamos haciendo precisamente es someter a nuestro cuerpo a cierto grado de incomodidad durante un periodo de tiempo, con el objetivo de que se fortalezca y se desarrolle. Y poco a poco, con constancia, el cuerpo se va acostumbrando a realizar ese ejercicio, pudiéndolo hacer cada vez con más facilidad y menos esfuerzo.

Está muy claro que si no nos movemos del sillón, nuestros músculos no se desarrollan. Pues de la misma manera, podríamos argumentar que nuestros “músculos” sociales, y nuestras habilidades en general, se desarrollan viviendo experiencias un poco incómodas, que son las que nos remueven, nos desafían y nos impulsan a aprender.

Porque, seamos realistas: cuando estamos completamente cómodos, es que no estamos aprendiendo nada…

Una zona de confort es un lugar precioso, pero donde nunca crece nada.

John Assaraf

Recuerdo que antes de venir a Irlanda yo no estaba nada acostumbrada al frío, y lo llevaba muy mal. Luego con los años me fui aclimatando, y a día de hoy no es que me guste pasar frío ni mucho menos, pero esa sensación que tanto me incomodaba hace años ahora ya no me afecta tanto, la encuentro mucho más llevadera. ¿Y por qué? Porque en algún momento decidí dejar de evitar sentir frío a toda costa, y me permití sentir un poco de frío y comprobar que no era el fin del mundo, que todavía podía seguir funcionando normalmente. Ahora considero que me he liberado de tener que mantenerme constantemente en la temperatura ideal.

Llevando el mismo razonamiento a las situaciones que os comentaba al principio, ahora por suerte sé que el sentirme incómoda durante unos minutos no es el fin del mundo. Todo lo contrario: es una oportunidad para estar atenta y observar (y observar-me), ejercitar “músculos” que a lo mejor no sabía ni que tenía, y confiar en que acabaré aprendiendo algo nuevo.

Y a ti, ¿qué es lo que te hace sentir incómod@? ¿Y qué te está queriendo enseñar esa incomodidad?

Haz lo que puedas

Ya llevamos una semanita de este año 2023; poco a poco vamos volviendo a la normalidad después de las fiestas… Y a lo mejor ya se nos va pasando ese entusiasmo con el que empezamos el año hace unos días.

Aquellos planes que tanta ilusión nos hacían, aquellos propósitos, puede que ahora se nos hagan un poco cuesta arriba. De hecho, en España existe una expresión que no sé si la hay en otros países: “la cuesta de enero”. Se refiere a las dificultades que a veces tenemos para afrontar este mes, a menudo económicas (por haber gastado mucho durante las Navidades), pero yo diría que también emocionales, al haber acabado ya la época de celebraciones y haber vuelto a la rutina, el frío y la monotonía del invierno.

Wooden steps ascending through a rocky field, under a grey cloudy sky

Por lo visto hay mucha gente que ahora en enero se pone a planear sus siguientes vacaciones, para tener algo con que ilusionarse, o como se dice en inglés, “something to look forward to”. Ayer pasé por delante de una agencia de viajes, ¡y había cola! Me quedé alucinada.

En fin, que esta época del año se nos puede hacer un poco durilla, especialmente si nos habíamos propuesto un objetivo o una meta que aún vemos muy lejos y no nos parece que estemos avanzando lo suficiente.

Yo soy la primera que estoy en esa situación: para este año me he propuesto unas cuantas cosas relacionadas con BinaryWords, y aquí ando, viendo como los días pasan mucho más rápido de lo que avanza mi proyecto… En mi opinión, como ya he dicho otras veces, la clave está en encontrar un ritmo sostenible, que en este caso para mí se traduce en un equilibrio entre tener paciencia conmigo misma y darme un poquito de caña. Descansar y cuidarme, por supuesto, y sacar ratos para hacer cosas que me gustan, pero también motivarme aunque no tenga ganas e irme poniendo tareas alcanzables cada día o cada semana, por que si no me es muy fácil quedarme en lo de siempre y no moverme.

A todo esto, con gran ilusión os comunico que por fin he puesto en marcha la lista de correo a través de Mailchimp. Os podéis suscribir aquí para recibir el post de la semana en vuestro correo electrónico, y estar al día de las novedades que vaya sacando. Si ya estáis suscritos no tenéis que hacer nada, yo os daré de alta en la lista nueva, y recibiréis los emails en un formato un poco más mono 🙂 Y si veis algún problema, por favor decídmelo para que lo arregle, que todavía estoy aprendiendo (y me falta investigar cómo hacer los emails bilingües sin tener que escribirlo todo dos veces…)

En fin, volviendo al tema, os animo a que tengáis paciencia con vuestras metas y objetivos para este año, especialmente en este mes de enero, y a que vayáis avanzando a un ritmo que os permita cuidaros por el camino pero que no os deje poneros excusas 😉

Y acabo con una de mis citas favoritas de todos los tiempos, que se puede aplicar a cualquier situación, incluida esta:

Haz lo que puedas, con lo que tienes, donde estás.

Theodore Roosevelt

Feliz Navidad

¡Feliz Navidad! Para todos los que la celebréis, ya sea como fiesta religiosa o simplemente como ocasión para reuniros con vuestros seres queridos.

Christmas tree leaves close up with lights, golden stars and golden bauble

Sea como sea, espero que estéis teniendo la oportunidad de hacer algo diferente, y de descansar y recargar pilas ahora que nos acercamos al final del año.

Y con el año nuevo, ¡Llegarán novedades a BinaryWords! De momento, os dejo con una frase que vi ayer en un puestecito navideño aquí en mi Cáceres natal, decía algo así como…

Vivir es como montar en bicicleta, para mantener el equilibrio tienes que seguir avanzando

ACTUALIZACIÓN – después de escribir este post me he enterado de que la cita es de Albert Einstein, y las palabras son un poco distintas: habla de moverse, no de avanzar. Pero digo yo, ya que nos tenemos que mover, movámonos hacia adelante, ¿No?