Frases intraducibles: me da pereza

Hoy os traigo otra de esas frases intraducibles que me gusta coleccionar, solo que esta va al contrario que las anteriores: es una expresión en español para la que no encuentro buena traducción en inglés.

Situación de ejemplo: es viernes por la tarde, y la fiesta de Navidad de la empresa empieza en un par de horas. Ya se ha hecho de noche y hace mucho frío en la calle; la nieve de la noche anterior se ha empezado a convertir en hielo. En casa se está calentito, muy a gusto, y cuando empiezo a pensar en arreglarme y salir para ir hasta el centro de Dublín, a la fiesta…

Me da pereza.

Grey cat lying on its side a wooden shelf, looking at the camera

Eso es lo que diría yo en español, “me da pereza”, que viene a ser algo así como que “me sobreviene un sentimiento de vagancia al pensar en hacer X”. Es como que me canso sólo de pensarlo. Es una poderosa sensación que se me viene encima… y que me empuja hacia el sofá 😀

Buscando por ahí, he encontrado dos posibles traducciones: “I don´t feel like it”, que significa “no me apetece”, y “I can´t/couldn´t) be bothered”, que básicamente quiere decir que no lo voy a hacer, bien porque no lo considero necesario, o porque no me interesa, o porque soy demasiado vago como para hacer el esfuerzo.

Supongo que, de las dos, la que más se acerca es el “I don´t feel like it”, porque transmite la sensación de que en general creo que hacer X es una buena idea, pero que ahora mismo no me apetece o no tengo energía para hacerlo. El “couldn´t be bothered” no me acaba de encajar, no me parece que le dé valor ninguno a X (por pasotismo, indiferencia, o a saber qué), y además ya presupone que, sea lo que sea X, no lo voy a hacer.

Y esa es, en mi opinión, la gracia del “me da pereza”, o del “no me apetece”: que impone pero no impide, es una barrera que se puede superar. Nuestro cerebro muchas veces se quiere ir a lo fácil, a lo cómodo, a lo que nos ahorre más energía, y por muy buenas razones (véase instinto de conservación). Pero nosotros no tenemos por qué hacerle siempre caso, porque él no siempre sabe lo que más nos conviene…

Con esto no quiero decir que no escuchemos a nuestro cuerpo cuando de verdad necesite descansar, por supuesto que sí. Pero más allá de eso, viene bien que nos planteemos qué es de verdad lo que nos está frenando, y por qué. ¿Qué hay detrás de esa pereza? ¿Qué es lo que estamos intentando evitar en realidad? ¿Y qué recompensa nos podemos encontrar si aun así seguimos adelante? Así sabremos si merece la pena hacer ese esfuerzo inicial.

¿Fui al final a la fiesta? Sí. ¿Por qué? Porque sabía que una vez allí, me lo iba a pasar genial, y así fue. ¿Cuál fue mi estrategia? La misma que me ha funcionado ya tantas veces, ir directamente a prepararme sin pensarlo mucho, y sobre todo, ¡no sentarme en el sofá!

Y a ti, ¿qué te da pereza normalmente, y cómo te motivas para superarla?

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