Complicaciones

Al hilo de la metáfora de la que hablábamos la semana pasada, esa cuerda imaginaria con la que a veces nos enredamos a nosotros mismos, os traigo hoy un chiste gráfico del gran Quino, el creador de Mafalda, de quien ya os hablé en alguna otra ocasión.

Es una página del libro Gente en su sitio, publicado en 1980:

Y aquí está la transcripción de las doce viñetas, para quien no pueda ver la imagen:

1) Un hombre, con cara de agobio, está intentando desenredar una cuerda que tiene en las manos y que está hecha un lío, llena de nudos por todas partes. Dice en voz alta: «¿Por qué? ¿Por qué hay que vivir siempre con alguna maldita complicación?»

2) Enfadado, sigue tirando de la cuerda por un lado y por otro, intentando deshacer los nudos...

3) ... Para acabar con los mismos nudos de antes, y además con otro nuevo todavía más gordo.

4) Desanimado, deja caer los brazos y exclama: «¡Es inútil! ¡No la resolveré nunca!».

5) Luego le entra el enfado y se pone a agitar la cuerda con las manos, gritando: «¡No resolveré jamás esta maldita complicación».

6) «¡No resolv...» De pronto, se para en seco y mira la cuerda, atónito. ¡Resulta que ya están deshechos todos los nudos!

7) «¡Jah!...» Qué alegría, no se lo puede creer, ¡lo ha conseguido!

8) «¡Finalmente!» Piensa mientras sonríe con los ojos cerrados y la cabeza levantada hacia el cielo, con los brazos extendidos, disfrutando el momento.

9) Todavía sonriente, se queda mirando la cuerda...

10) ... La agita un poco con la mano, y su sonrisa va disminuyendo...

11) ... Hasta que se queda serio otra vez, mirando la cuerda extendida delante de él.

12) Y de pronto baja la cabeza y empieza a lamentarse otra vez, pensando: «¿Por qué? ¿Por qué ahora este aburrimiento?» 

¿Qué te parece? Paradojas de la vida, ¿verdad? O más bien, paradojas del ser humano. A veces parece que si no tenemos problemas y complicaciones, nos los buscamos, porque si no, no estamos a gusto. ¿Cuándo aprenderemos a disfrutar del momento sin complicarnos tanto la vida?

Y tú, ¿con qué te estás complicando la vida? ¿De qué manera podrías simplificar y disfrutar más del momento?

La importancia del contexto

Una de las lecturas que recuerdo con más cariño de cuando yo era pequeña son los libros de Mafalda, una recopilación de tiras cómicas de los años sesenta y setenta creadas por Quino, el genial humorista gráfico argentino.

No recuerdo qué edad tenía yo cuando empecé a leerlos; sí recuerdo que me llamaban la atención las palabras y expresiones propias del español argentino, y que había algunos chistes que no los llegaba a entender, pero me daba igual, me gustaban mucho de todas maneras. Los releí tantas veces que muchos de los chistes me los llegué a aprender de memoria, y con los años por fin los fui entendiendo… El humor de Quino me parece muy, muy inteligente, y muchos de los temas que tocaba en las tiras de Mafalda y en sus otros libros de humor gráfico son tan relevantes ahora como lo eran entonces.

Hoy os traigo esta tira para ilustrar un tema que me surgió el otro día:

Mafalda comic strip - Mafalda and Susanita talking about understanding adults

Aquí está la transcripción para los que no veáis bien la imagen: es una conversación entre Mafalda (que es una niña de unos seis años) y su amiga Susanita:

- Susanita: ¿Por qué demonios los adultos se la pasan haciendo y diciendo cosas que uno no entiende?
- Mafalda: Es muy sencillo, Susanita. Cuando llegás al cine y resulta que ya están dando la película, ¿la entiendes?
- Susanita: No.
- Mafalda: Bueno, con los adultos ocurre lo mismo, ¿Cómo vamos a entenderlos? ¡Si cuando nosotros llegamos, ellos ya estaban todos empezados!

¿Qué os parece esta reflexión? Más allá del chiste de que los niños no nos entiendan a los adultos, la verdad es que a veces los adultos tampoco nos entendemos entre nosotros. ¿Os ha pasado alguna vez el llegar a una clase, o a una reunión de trabajo, y no enteraros de nada, como si hubiérais llegado a mitad de la película?

El problema es que muchas veces falta cierta información de base que se da por supuesto que todo el mundo la sabe: falta definir el contexto. Esto que parece tan obvio en realidad no lo es tanto, y causa más problemas de comunicación de lo que parece. Volviendo al ejemplo de la reunión de trabajo, a lo mejor ha habido antes una conversación por email en la que no estaban todos los participantes incluidos, y en la reunión se pasa directamente a discutir detalles de una solución, sin confirmar antes que todos saben cuál es exactamente el problema. En una clase, por ejemplo, puede que el profesor se ponga a enseñar un tema completamente nuevo y distinto a todo lo anterior, pasando directamente a los detalles, sin pararse a explicar primero de qué se trata, por qué es importante y cómo encaja con el resto de lo aprendido hasta ahora. Tanto la reunión como la clase serán mucho más productivas si se hace una inversión inicial en explicar el contexto.

Y de la misma manera, las personas también tenemos un contexto: cada uno tenemos una historia, una familia, una cultura, unos valores, unas circunstancias personales, unos pensamientos, unas emociones, etc., etc., etc. Cuanto más entendamos el contexto de una persona, mejor la comprenderemos, y menos la juzgaremos. Por eso creo que, en nuestra vida diaria, a todos nos vendría bien aclarar un poquito el contexto de nuestras conversaciones, y así conseguir entendernos mucho mejor.

Pero cuidado con no pasaros dando explicaciones, que tampoco es necesario explicarlo todo, sólo lo esencial. No os vayan a decir como me decía mi madre a mí cuando me empezaba a enrollar: ¡empieza por el final! 😀

Noche estrellada

No puedo decir que la pintura sea un tema que siempre me haya interesado, ni que le haya dedicado mucho tiempo a lo largo mi vida, pero sí que es verdad que hay ciertas obras de pintura que me parecen especialmente bonitas (o interesantes), y a las que les tengo un cariño especial.

Entre ellas se encuentran varias de Vincent Van Gogh.

Creo que en gran parte se debe a que durante varios años existió en el centro de Madrid una cafetería llamada Van Gogh Café a la que íbamos mucho mi famlia y yo, porque aparte de tener un ambiente súper agradable y una comida buenísima, estaba justo al ladito del piso de mis padres. Tengo muy buenos recuerdos de ir al Van Gogh cuando las niñas eran pequeñitas, sobre todo con mis padres, a comer de menú del día; a veces se apuntaba también alguno de mis hermanos, cuñados o sobrinos, quien estuviera por Madrid en esas fechas. Y un par de veces hicimos también comida de celebración multitudinaria, con toda la familia al completo 🙂

La decoración de la cafetería, por supuesto, era toda de Van Gogh, con copias de sus cuadros más famosos repartidos por las paredes, mantelitos de papel impresos con la colección de sus mútliples autorretratos, y hasta la reconstrucción de una de sus escenas con una mesa y dos sillas de verdad puestas junto a uno de los ventanales. Por desgracia, ese local lo cerraron hace ya unos cuantos años, pero el estilo tan sencillo y los colores tan vivos de los cuadros de Van Gogh se quedaron de recuerdo en mi memoria desde entonces.

Por eso me hizo tanta ilusión ver algunos de sus cuadros recientemente en la Naational Gallery de Londres, entre ellos el de los girasoles (o más bien uno de los de los girasoles, que pintó varios), la silla que tenéis aquí más arriba, y este paisaje con nubes que no me sonaba haber visto, y que también me pareció muy chulo:

Pero el que se lleva la palma en mi opinión es el de la noche estrellada, a la que hasta Lego le ha hecho un homenaje, y que también es uno de los cuadros estrella de la exposición interactiva (o como la llaman oficialmente, “la experiencia inmersiva”) que hemos visitado este fin de semana en Dublín:

Me gustó mucho aprender un poco más sobre la vida y obra de este gran pintor, que poseía una sensibilidad muy profunda y un talento extraordinario, aunque por desgracia acompañados de mucho sufrimiento, como pasa a menudo en el mundo de los artistas.

Hubo varias de sus citas que me resultaron muy inspiradoras, como por ejemplo:

“Si oyes una voz dentro de ti que dice que no puedes pintar, entonces adelante, pinta,,y esa voz será silenciada.”

“Las grandes cosas no se consiguen por impulso, sino a base de ir enlazando una serie de pequeñas cosas”

“El corazón del hombre se parece mucho al mar: tiene sus tormentas, tiene sus mareas, y en sus profundidades también hay perlas.”

“¿Qué sería de la vida si no tuvéramos el coraje de intentar nada?

Y también me acordé de que hace años alguien le compuso una canción preciosa, “Vincent”, aquí la tenéis con la letra en inglés y en español:

Aprendiendo de los artistas

Ayer, aprovechando que tenía un día libre en Madrid (y huyendo un poco del calor, todo hay que decirlo), me di una vuelta por el Museo del Prado.

La visita me encantó, os la recomiendo totalmente. Lo que no os recomiendo es que os pateéis el museo entero en un solo día, como hice yo, que al final ya hasta me dolían los pies… Para las personas razonables como vosotros, hay una audioguía muy buena con recomendaciones de qué obras ver en función de si quieres que la visita dure una hora, o dos, o tres. Yo simplemente me dejé llevar, caminando sala por sala, curioseando. No me preguntéis cuánto tiempo me llevó.

Una cosa que me llamó enseguida la atención fue ver cuadros que eran copias de otros cuadros, o de parte de ellos, muchas veces puestos uno al lado del otro. Y digo copias, no falsificaciones; la intención no era hacer pasar un cuadro por el otro. Muchas veces eran pintores que, como parte de su formación o a modo de homenaje, copiaban las obras de los grandes maestros de su época (o de una época anterior), con resultados también de mucha calidad.

Otras veces, un mismo pintor hacía varias copias con ligeras variaciones sobre un mismo tema, sobre todo si sus obras estaban muy demandadas, y les vendía distintas copias a distintas personas (por aquel entonces no era tan fácil como copiar y pegar 🙂 )

Y otra cosa que aprendí fue cómo para ciertos encargos de importancia, algunos pintores hacían uno o varios bocetos en un formato más pequeño, antes de ponerse a pintar el lienzo grande. Así podían ir ensayando y probando la estructura y los elementos del cuadro, y además enseñarle a su mecenas una “vista previa” del resultado, para conseguir la aprobación del encargo final. Resulta muy curioso ver cómo evoluciona la obra desde el primer boceto al lienzo definitivo, parecido a como se hace hoy en día con los cómics, las películas, etc.

Pero volviendo al tema de los cuadros copiados: un buen ejemplo es el de Rubens, que durante su estancia en Italia copió varios cuadros de Tiziano, entre ellos “El rapto de Europa“.

Original de Tiziano (expuesto en un museo de Boston):

Copia de Rubens, expuesta en el Prado:

Pero la cosa no acaba aquí. Luego ya, para rizar el rizo, llega Velázquez, y en uno de sus cuadros incluye también un homenaje a esta obra. Fijaos en el tapiz al fondo de la escena representada en “Las hilanderas” (también llamada “La fábula de Aracne“), expuesta en la misma sala del museo del Prado:

Me pareció una idea muy chula, pintar un cuadro dentro de otro cuadro 🙂

Una idea de la que luego me fui encontrando más ejemplos por el museo, como este cuadro de Jan Brueghel y Rubens, dedicado a “La vista” como parte de una serie sobre los cinco sentidos:

Y ya el que me pareció una pasada fue este otro, de David Teniers el Joven, “El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas en Bruselas“:

Madre mía, el talento que hace falta para poder pintar todo eso…

En fin, que me encantó la visita al Museo del Prado, más que por ver los cuadros típicos y famosos como “Las Meninas” (que también), sobre todo por ver cómo los artistas iban aprendiendo unos de otros, apoyándose en el conocimiento y las técnicas que ya existían para innovar y crear otras nuevas, y así hacer su propia contribución al mundo del arte, para que otros pudieran disfrutar y aprender a su vez.

Me hizo pensar en cómo también nosotros, en cualquier cosa que queramos aprender, tenemos seguro un montón de maestros a quienes modelar y de quienes aprender (y más en estos tiempos de Wikipedia y Youtube), y así no tener que “reinventar la rueda”, como se suele decir en inglés. Y también se suele decir que la mejor manera de aprender es enseñar, es compartir lo que ya sabemos, por supuesto dando crédito a aquellos de quienes lo aprendimos.

Compartiendo el conocimiento, aprendiendo juntos, avanzamos todos.

Inspiración en forma de tarjeta

Seguramente a estas alturas del blog ya habréis notado que soy muy aficionada a las citas y frases inspiradoras. Muchas de ellas las he ido recopilando a lo largo de los años, en diferentes formatos: en los viejos tiempos me iba guardando recortes de periódicos y revistas en una carpeta, y ahora más bien les hago una foto, o los copio de internet y los pego en mi bloc de notas del ordenador o del móvil.

La inspiración puede aparecer en cualquier parte: en la pizarra de una tienda o de una cafetería, en un imán de nevera, en un anuncio… Hasta en la consulta del dentista, o incluso en el libro de biología del colegio (y lo digo de verdad, qué pena me dio perder aquel libro).

Hoy os traigo cuatro frases en formato tarjeta que tengo por casa (de Quotable Cards), y que me resuenan mucho en este momento de mi vida, espero que a vosotros también os inspiren:

“Life isn´t about finding yourself. Life is about creating yourself. (Unknown).” – “En la vida, no se trata de encontrarte a ti mismo, sino de crearte a ti mismo. (Anónimo).”

– Ah, ¿que me puedo crear a mí misma? ¿Que puedo decidir qué hacer con mi vida? ¡Qué guay! Perooo… ¿Por dónde empiezo?

“Go confidently in the direction of your dreams! Live the life you´ve imagined. – Thoreau”. – “¡Camina con seguridad en dirección a tus sueños! Vide la vida que has imaginado. – Thoreau”.

– Ahhh, caminar hacia mis sueños, qué bien suena. Vivir por fin esa vida que quiero. Pero espera, para eso hay que moverse, ¿no? Con lo tranquilita que estoy aquí…

“Life begins at the end of your comfort zone. – Neale Donald Walsch.” – “La vida empieza donde se acaba tu zona de confort. – Neale Donald Walsch.”

– Buf, salirme de mi zona de confort. eso ya son palabras mayores. Claro que tengo ganas de alcanzar mi sueño, pero, ¿Y si me sale mal? ¿Y si me equivoco? ¿Y si hago el ridículo? No me gusta estar en una situación que no controlo… ¿Y ahora qué hago?

“Slow down, calm down, don´t worry, don´t hurry, trust the process. – Alexandra Stoddard.” – “Frena un poco, cálmate, no te preocupes, no tengas prisa, confía en el proceso. – Alexandra Stoddard.”

– Ahhh, ¿que esto forma parte de un proceso? Eso lo explica todo 🙂 La verdad es que esta zona de confort donde estoy es muy cómoda (como su propio nombre indica), pero también un poco aburrida; mi sueño no está aquí, está más allá. Y cada vez que me aventuro a probar algo nuevo, a poner un pie fuera, me siento un poco perdida, insegura, incluso asustada… Pero ya sé que si sigo adelante, sea cual sea el resultado, seguro que aprenderé algo, y mi zona de confort se hará un poquito más grande, y eso me acercará otro poquito más a mi sueño.

Recordatorio

Cuántas veces nos pasa que, sin darnos cuenta, nos ponemos el listón demasiado alto, y nos criticarnos por no llegar a nuestras propias expectativas… Dejamos que nuestro saboteador particular (esa vocecita mental que no deja de incordiar) tome el mando y nos machaque, no reconociendo lo que valemos realmente. Y así, nos convertimos en nuestro propio peor enemigo.

Para esos momentos, desde el pasillo de mi casa os traigo este recordatorio:

Recuerda siempre que eres más valiente de lo que crees, más fuerte de lo que pareces, más inteligente de lo que piensas, y el doble de hermos@ de lo que nunca llegaste a imaginar.

¿Qué se te pasa por la cabeza al leer esta frase? ¿Te la crees? ¿Qué te falta para poder creértela? Si se la estuvieras leyendo en voz alta a tu amigo o amiga y no se la creyera, ¿qué le dirías?

¿Y si tú pudieras ser tu propio mejor amigo?

Go raibh mile maith agat

Esta semana ha sido San Patricio, y por todo el mundo ha habido celebraciones de todo lo relacionado con Irlanda y los irlandeses, incluido su idioma autóctono: el gaélico.

Yo presumía de que se me daban bien los idiomas hasta que me mudé a Irlanda y me topé con el gaélico… Es un idioma que me resulta muy curioso, pero también muy complicado de aprender; me llevó años aprender a decir algo tan sencillo como “gracias”.

Pero bueno, también hay que decir que dar las gracias en gaélico no es tan sencillo como en inglés o en español…

Esta taza fue un regalo de cumpleaños (¡gracias Irene!), y dice literalmente “mil gracias”. Es de las poquitas cosas que sé decir en gaélico, junto con los colores, los números del uno al diez, y los nombres más típicos de chico y de chica, que fui aprendiendo a base de conocer gente con esos nombres y no tener ni idea de cómo pronunciarlos 🙂

Por suerte, no es necesario saber gaélico para vivir y desenvolverse a diario aquí en Irlanda, con el inglés es más que suficiente. Los niños sí que lo aprenden desde pequeñitos en el cole, y aunque no sea un idioma que les vaya a servir para comunicarse en otros países, sí que les ayuda a conservar el legado y las tradiciones de este país.

Además, aprender idiomas en general nos ayuda a abrir la mente, porque obliga a nuestro cerebro a pensar de otra manera, y nos permite explorar mediante la palabra otras formas de ver el mundo diferentes a la nuestra. Así que bienvenido sea lo mucho o lo poco que aprendamos.

De momento, aquí os dejo otra vez el mensaje de la taza, que aprovecho para daros las gracias por estar aquí y leerme cada semana:

Go raibh mile maith agat

Como ramas de un árbol

Hoy os enseño otro de los cuadros que decoran las paredes de mi casa:

Drawing of a tree and some text
FAMILIA: como las ramas de un árbol, todos crecemos in distintas direcciones,.. Pero nuestra raíz sigue siendo una sola.

Me encanta este cuadro porque aúna dos ideas que me parecen muy interesantes. Pertenecer a una familia significa compartir raíces: todos sus miembros procedemos de un lugar común, compartimos una historia, la que empezaron nuestros ancestros y que nosotros continuamos.

Pero como las ramas de un árbol, de esa raíz común crecemos cada uno a nuestra manera y a nuestro ritmo. Algunos nos parecemos más a otras ramas del árbol, y otros, menos. Algunos crecemos más juntos, y otros más separados. Y todo está bien. Cada rama va buscando su propio recorrido, siempre nutríéndose, sabiéndolo o sin saberlo, del tronco y las raíces que lo sostienen.

Supongo que, como padres, gran parte de nuestra misión es precisamente esta: ser una base sólida desde donde proporcionar a nuestros hijos todo lo que necesiten, incluyendo por supuesto el sustento físico y emocional, pero también el espacio y la libertad para crecer y evolucionar cada uno en su estilo, y la confianza de saber que encontrarán su propio camino en la vida.

Atrévete a brillar

Hoy he recibido mi regalo del “amigo invisible” de la familia (¡gracias Mercedes!), y me ha hecho mucha ilusión, aquí lo tenéis:

Es lo típico que yo nunca me hubiera comprado, pero que me ha encantado que me regalaran… ¡Es mi letra! ¡Con luces que brillan! Y me parece que queda super chula en la estantería de mi cuarto 🙂

¿Pero por qué sé que no me la hubiera comprado? Porque normalmente no me gusta ser el centro de atención, prefiero no destacar… Que yo recuerde, ese ha sido siempre mi estilo en casi todo: pasar desapercibida en la medida de lo posible. Aunque eso sí, haciendo muy bien mi trabajo, con la esperanza de que los demás se dieran cuenta (lo cual, por supuesto, a veces pasaba, pero otras veces no).

Reflexionando ahora sobre todo esto, me doy cuenta de que me he pasado muchos años caminando de puntillas por la vida, para no molestar. Y ahora que ya soy consciente de mi manera de estar en este mundo, tengo la opción de mantenerla o de cambiarla, según me parezca oportuno.

Por eso me parece una buena metáfora la de encender “mi luz”, para empezar a brillar. Y me he acordado de esta cita, que muchos atribuyen a Nelson Mandela, pero que es en realidad de Marianne Williamson:

Nuestro mayor temor no consiste en no ser adecuados. Nuestro temor consiste en que somos poderosos más allá de toda medida. Es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que nos atemoriza. Nos preguntamos: “¿Quién soy yo para ser brillante, espléndido, talentoso, fabuloso?” Pero, en realidad, ¿quién eres tú para no serlo? Eres hijo de Dios. Tus pequeños juegos no sirven al mundo. Disminuirte a ti mismo para que los demás no se sientan inseguros a tu lado no tiene nada que ver con la iluminación. Todos estamos hechos para brillar, como brillan los niños. Nacemos para manifestar esta gloria que está dentro de nosotros. Y no es que esté solo en algunos, está en todos nosotros. En la medida en que dejamos que brille nuestra propia luz, damos a otros permiso para hacer lo mismo. En la medida en que nos liberamos de nuestro miedo, nuestra presencia libera automáticamente a otros.

Y tú, ¿te atreves a encender tu luz? 😉

Otra frase en la pared

Siguiendo con el recorrido turístico por mi casa, os enseño aquí otra frase de las que decoran las paredes, en este caso del cuarto de mis hijas, regalo de su prima Isabel:

No te estoy diciendo que será fácil, te estoy diciendo que valdrá la pena / I´m not telling you it will be easy, I´m telling you it will be worth it.

“No te estoy diciendo que será fácil, te estoy diciendo que valdrá la pena.”

Esta frase me encanta por dos razones: por un lado, me parece que es una verdad como un templo para muchas situaciones, y por otro, creo que utiliza las palabras de una forma muy inteligente. Porque aunque en teoría nos está diciendo que lo que sea no va a ser fácil, como a nuestro cerebro le cuesta bastante procesar el “no”, en el fondo lo que nos está diciendo es que sí que va a ser fácil… o al menos, no tan difícil.

Y es que las palabras que elegimos a la hora de hablar (y de pensar) importan, y mucho. No es lo mismo decir que algo es difícil que decir que no es fácil; en cierto modo la segunda expresión “pesa menos”, y a nuestro cerebro le resulta más fácil digerirla… De hecho, el utilizar la palabra “no” de esta manera es un truquito de la PNL del que os hablaré con más calma en otra ocasión.

Y para ti, ¿qué es eso que puede que no sea fácil, pero que seguro que valdrá la pena? Tú decides 🙂