Sin ningún motivo

Uno de los contrastes más claros que vemos los españoles al llegar a vivir a Irlanda es la diferencia de horarios. Y no me refiero a que aquí en la isla esmeralda sea una hora más temprano que en la península ibérica (que lo es, estamos en el mismo huso horario que las islas Canarias), sino a las horas del día a las que habitualmente hacemos ciertas cosas.

Por ejemplo: en Irlanda se suele comer y cenar mucho más temprano que en España, y también las tiendas normalmente cierran más pronto. Yo lo achaco a que en España, con eso del buen tiempo, hacemos mucha más vida en la calle y nos acostamos más tarde, mientras en Irlanda se «recogen» más pronto para su casa, sobre todo en invierno, que además los días son muy cortos y enseguida se hace de noche.

Esto es algo que conviene recordar cuando se viene a visitar Irlanda: que hasta las atracciones turísticas y los museos (¡y las cafeterías!) cierran muy pronto para lo que sería el estándar español, como mucho a las cinco o las seis de la tarde.

Menos una noche al año.

Culture Night. «La noche en blanco», que justo ha sido este viernes pasado.

Es la tarde-noche en que los museos y otros lugares de interés están abiertos hasta tarde, el acceso es gratis (aunque para algunos sitios hay que reservar), y se programan actividades culturales por todo el país.

A mí es una noche que me encanta, así que allá que me fui, al centro de Dublín, a pasear por las calles y cotillear lugares interesantes. Esta vez me dio por visitar el City Hall, donde además pude escuchar a un coro súper bonito, las estancias del Dublin Castle donde antiguamente vivía el virrey (no se me había ocurrido que en Irlanda hubiera habido un virrey), y un centro de budismo zen en Temple Bar, donde participé en una meditación zazen.

Y fue allí en el centro zen donde escuché la idea que ha inspirado el título de hoy. Un sacerdote budista nos explicó los principios básicos de esta rama del budismo, cuya práctica principal es la meditación, y recalcó mucho que su premisa es la de meditar sin ningún objetivo concreto: no hay nada que conseguir, nada a lo que aspirar, no se persigue la iluminación. Se medita simplemente porque sí, sin ningún motivo. Te sientas, y ya está.

Sin ningún motivo.

Framed picture on a wall, says "Embrace your journey" in black handwritten-like letters; the background is an old world map

Evidentemente, eso no es todo; no es más que el punto de partida. En realidad siempre hay un motivo. Para todo. El motivo, la motivación, es lo que nos mueve a hacer lo que hacemos. Pero creo que entiendo lo que quieren decir: este tipo de meditación se basa en permanecer en contacto con la realidad, en no bloquear nuestros sentidos (de hecho se medita con los ojos abiertos, cosa que me cortocircuitó un poco) y enfrentarnos con la realidad cara a cara, en lugar de intentar abstraernos y evadirnos de ella. Pero en el momento en el que nos ponemos un objetivo para la meditación y creamos una expectativa del resultado que queremos obtener, ya dejamos de estar en la realidad presente.

Ese planteamiento me pareció muy curioso, y también me hizo pensar en cómo la sociedad actual nos enseña que tenemos que ser productivos todo el rato, que todo lo que hacemos tiene que tener una razón de ser, un propósito, un beneficio tangible. ¿Alguna vez te has sentido culpable por estar «perdiendo el tiempo»? A mí me ha pasado muchísimo, y me sigue pasando. A algunos nos cuesta mucho frenar el ritmo, y lo de sentarnos a no hacer nada nos cuesta todavía más.

Pero cuando por fin lo conseguimos, empezamos a darnos cuenta de cosas.

Yo tengo que reconocer que la meditación es una de mis asignaturas pendientes, desde hace bastantes años. Y quién sabe, puede que esta vez, la curiosidad y la paradoja de no tener un motivo sean lo que finalmente me motiven 😀

¿Te animas a empezar conmigo, simplemente porque sí, sin ningún motivo?

Chequeo anual

Hoy me ha tocado llevar el coche a la NCT (National Car Test), el equivalente irlandés a la ITV española (Inspección Técnica de Vehículos). Ha salido que estaba todo bien menos una cosa: los «ball joints» de alante a la derecha, que están muy gastados y hay que cambiarlos. Yo de mecánica tengo que confesar que no tengo ni idea, y menos aún en inglés, así que por mucho que el diccionario me diga que en español se dice «rótulas», a mí como si me dicen que es la junta de la trócola 😀 Menos mal que los del taller sí que saben.

En fin, que pensando en este tema, se me ha ocurrido que a mí tampoco me vendría mal una revisión anual, y no me refiero a la del médico, el dentista o el oculista (que también), sino a evaluar un poco el momento en el que estoy en mi vida, qué tal me va, con qué estoy contenta y con qué no, y qué me gustaría cambiar.

Esto se puede hacer de muchas maneras; yo hoy he utilizado una herramienta que es muy sencilla pero también muy potente: la rueda de la vida.

Es una representación gráfica de cómo valoramos la situación actual en distintos aspectos de nuestra vida. Hay muchas versiones con distintas categorías, escalas, etc. La idea es elegir las áreas que uno crea más relevantes, ponerlas alrededor de un círculo, puntuarlas, y luego rellenar la «telaraña» que nos queda para hacernos una idea de la superficie que ocupa:

Drawing of a "wheel of life" - eight segments representing different areas of life, and a graphical representation of a zero to ten score in each of them, creating a cobweb drawing

En este ejemplo yo he utilizado una escala del cero al diez, y he puesto ocho categorías en los ocho radios del círculo:

  • Casa / hogar / familia
  • Salud
  • Trabajo
  • Amigos
  • Amor / relaciones
  • Dinero
  • Aficiones / hobbies
  • Crecimiento personal

Como veis, es un ejercicio muy sencillito y muy visual, pero ya os podréis imaginar que se le puede sacar mucho jugo, si de verdad estamos dispuestos a sincerarnos y profundizar.

Después, una vez que ya tenemos esa «foto» de la situación actual, con la información que haya salido podemos trabajar de muchas formas. Lo ideal es que las distintas áreas de nuestra rueda estén más o menos equilibradas, y así poder «rodar» suavemente y sin esfuerzo. ¿De dónde «cojea» más mi rueda? ¿Hay alguna zona que necesite atención inmediata? ¿Qué puedo hacer para que esté más alineada?

Y si no hay nada que destaque especialmente pero las puntuaciones son bajas en general (o aunque sean altas, siempre hay hueco para mejorar): ¿Dónde me gustaría estar dentro de un año en cada una de estas áreas? ¿Y qué podría empezar a hacer ya para irme acercando a esa puntuación deseada? Una vez hecha la lista de posibles acciones, es mejor priorizar y centrarse sólo en dos o tres para empezar; ya habrá tiempo después de volver a por más.

¿Qué opinas de este método para hacer el chequeo anual? ¿Conocías ya la rueda de la vida, en este formato o en otro? ¿Qué áreas o categorías no he mencionado y te parecen importantes?

Lo que nos mueve

El principio de curso y el principio de año son dos épocas muy típicas en las que aprovechamos para empezar nuevos proyectos, crear nuevas rutinas, aprender cosas nuevas… En definitiva, para empezar una nueva etapa de nuestra vida, de una manera u otra.

Es cuando nos ponemos en movimiento otra vez, después de un paréntesis vacacional.

Pero, ¿nos hemos planteado alguna vez qué es lo que nos mueve?

La palabra motivación viene del latín motivus, que significa «movimiento», y es la fuerza que nos empuja a ponernos en marcha para conseguir lo que queremos. Hay muchas teorías y explicaciones súper interesantes sobre la motivación, y ya os iré contando más cosas en artículos futuros, pero hoy me gustaría centrarme en una de las observaciones que hace la PNL (Programación Neurolingüística) sobre este tema.

Gran parte de la PNL se basa en identificar patrones de pensamiento y de lenguaje, y trabajar con ellos para obtener mejores resultados en nuestra vida. Concretamente, los llamados metaprogramas son patrones que indican nuestras preferencias naturales a la hora de motivarnos y de realizar tareas: por ejemplo, algunos de nosotros estamos más orientados a «ir hacia» aquello que queremos conseguir, mientras que otros nos enfocamos más en «alejarnos de» lo que queremos evitar (en inglés, «towards» versus «away from»).

Esto resulta muy útil a la hora de encontrar la manera idónea de motivarnos y motivar a los demás, tanto en el terreno personal como en el laboral: ¿Qué es lo que más me importa realmente cuando pienso en este objetivo o reto ante el que me encuetro? ¿Alcanzar un alto nivel de calidad y satisfacción del cliente, o asegurarme de que no haya problemas ni quejas? ¿Conseguir el éxito, o evitar el fracaso? ¿Conseguir el placer, o evitar el dolor? Los dos planteamientos son perfectamente válidos, y probablemente uno nos resonará mucho más que el otro, nos empujará más a la acción.

También, cuando trabajamos con un equipo o nos dirigimos a un grupo de personas, conviene incluir los dos enfoques, para asegurarnos de que el mensaje llega bien a todo el mundo: «Esta nueva app marcará un antes y un después para nuestro producto. Si seguimos adelante con la implementación, podremos multiplicar nuestras ventas y llegar a ser líderes de mercado; si no, nos quedaremos estancados y nos adelantará la competencia».

Otro ejemplo que se me ocurre de este doble argumento son algunas citas motivacionales, como por ejemplo ésta que tengo por casa, y que según internet se atribuye a Mark Twain:

Square greeting card with white print on a black background, says "Twenty years from now you will be more disappointed by the things you didn´t do than by the ones you did. So throw off the bowlines. Sail away from the safe harbor. Catch the trade winds in your sails. Explore. Dream. Discover." (Unknown)

Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta amarras, navega lejos de la seguridad del puerto, aprovecha los vientos alisios. Explora. Sueña. Descubre.

¿Qué te parecen estos dos enfoques de la motivación? ¿Con cuál de los dos te identificas más?

Azul y verde

Un año más se acaba agosto y llega septiembre, y en muchos países del hemisferio norte es la época de la «vuelta al cole», para los niños y no tan niños.

En Irlanda normalmente los primeros días de septiembre (que aquí ya se consideran oficialmente otoño) suele hacer bastante buen tiempo, y este fin de semana se ha cumplido la tradición, así que hemos aprovechado las niñas y yo para estirar un poco más la sensación de verano antes de meternos de lleno en la rutina, y salir a ver «azul y verde», como diría mi amiga Bea 🙂

Esta foto la hemos sacado hoy en los Blessington Lakes, un embalse situado en el condado de Wicklow que proporciona agua a Dublín y alrededores. Hemos empezado el día dando una vuelta por el lago en kayak, luego hemos comido por allí con unos amigos (¡con churros de postre y todo!), y nos hemos dado un paseíto por la zona, charlando tranquilamente y disfrutando del paisaje.

Aire libre, ejercicio, comida rica, naturaleza y buena compañía. ¿Qué mas se puede pedir?

Esta idea de salir al «azul y verde» me encantó cuando la oí por primera vez; yo en general soy muy casera, seguramente demasiado, y muchas veces me da pereza salir de casa, pero sé que cuando salgo a pasear me siento muchísimo mejor: recargo pilas, física, mental y emocionalmente. Y si encima hace buen día y el sitio es bonito, pues mejor que mejor… Otro amigo nuestro, Juanjo, lo llamaba «hacer la fotosíntesis», y también me parece una expresión muy acertada. Es increíble todo lo que puede ayudar un simple paseo al aire libre a nuestro estado de ánimo.

Azul y verde. Verde y azul.

Cuando estaba pensando hoy en escribir este post, me vino a la cabeza una canción de U2, Beautiful Day, que dice «see the world in green and blue» (mira al mundo, verde y azul). Esa línea en concreto está inspirada en la frase que dijo el astronauta Neil Armstrong cuando miraba a la Tierra desde la Luna. Y la canción en general nos anima a encontrar alegría y disfrute en las cosas pequeñas de la vida, incluso cuando estemos pasando por una mala racha.

Y a ti, ¿qué te ayuda a recargar pilas? ¿Te gusta salir a ver azul y verde? ¿Cuál es tu paisaje favorito?

«It´s a beautiful day… Don´t let it get away». (Hace un día precioso… No dejes que se te escape).

Complicaciones

Al hilo de la metáfora de la que hablábamos la semana pasada, esa cuerda imaginaria con la que a veces nos enredamos a nosotros mismos, os traigo hoy un chiste gráfico del gran Quino, el creador de Mafalda, de quien ya os hablé en alguna otra ocasión.

Es una página del libro Gente en su sitio, publicado en 1980:

Y aquí está la transcripción de las doce viñetas, para quien no pueda ver la imagen:

1) Un hombre, con cara de agobio, está intentando desenredar una cuerda que tiene en las manos y que está hecha un lío, llena de nudos por todas partes. Dice en voz alta: «¿Por qué? ¿Por qué hay que vivir siempre con alguna maldita complicación?»

2) Enfadado, sigue tirando de la cuerda por un lado y por otro, intentando deshacer los nudos...

3) ... Para acabar con los mismos nudos de antes, y además con otro nuevo todavía más gordo.

4) Desanimado, deja caer los brazos y exclama: «¡Es inútil! ¡No la resolveré nunca!».

5) Luego le entra el enfado y se pone a agitar la cuerda con las manos, gritando: «¡No resolveré jamás esta maldita complicación».

6) «¡No resolv...» De pronto, se para en seco y mira la cuerda, atónito. ¡Resulta que ya están deshechos todos los nudos!

7) «¡Jah!...» Qué alegría, no se lo puede creer, ¡lo ha conseguido!

8) «¡Finalmente!» Piensa mientras sonríe con los ojos cerrados y la cabeza levantada hacia el cielo, con los brazos extendidos, disfrutando el momento.

9) Todavía sonriente, se queda mirando la cuerda...

10) ... La agita un poco con la mano, y su sonrisa va disminuyendo...

11) ... Hasta que se queda serio otra vez, mirando la cuerda extendida delante de él.

12) Y de pronto baja la cabeza y empieza a lamentarse otra vez, pensando: «¿Por qué? ¿Por qué ahora este aburrimiento?» 

¿Qué te parece? Paradojas de la vida, ¿verdad? O más bien, paradojas del ser humano. A veces parece que si no tenemos problemas y complicaciones, nos los buscamos, porque si no, no estamos a gusto. ¿Cuándo aprenderemos a disfrutar del momento sin complicarnos tanto la vida?

Y tú, ¿con qué te estás complicando la vida? ¿De qué manera podrías simplificar y disfrutar más del momento?

Palabras intraducibles: struggle

Los que ya llevéis un tiempo leyendo este blog sabréis que de vez en cuando escribo sobre una frase que me parece difícil de traducir, o bien del inglés al español o viceversa (si tenéis curiosidad por leer esos artículos, los encontraréis en la categoría de Intraducibles).

Hoy lo que os traigo no es una frase, sino una palabra en inglés, concretamente un verbo: to struggle.

El diccionario nos dice que se traduce como luchar, enfrentarse o forcejear con algo. Y sí, por ahí van los tiros, pero me faltan matices en esa definición. Tal vez porque, al menos en mi cabeza, ese «algo» la mayoría de las veces no es un algo físico, sino una situación o un reto ante el que no sabemos desenvolvernos, y que nos causa sufrimiento mientras intentamos superarlo.

La galería de fotos de WordPress me ha dado estar representación visual de struggle, que me ha parecido muy acertada:

La cuerda podría representar cualquier cosa, real o figurada (¡o imaginada!) con la que nos tengamos que enfrentar y ante la que nos veamos faltos de recursos. Me parece una metáfora muy interesante, porque la cuerda de por sí no tiene vida propia, todo depende de lo que hagamos con ella: podemos irnos liando cada vez más hasta acabar paralizados, o conseguir ir deshaciendo los nudos, y poco a poco liberarnos. Es casi como si esa lucha, ese enfrentamiento, ese forcejeo, en el fondo fuera con nosotros mismos.

Y aquí hay una cosa que me gustaría dejar muy clara: esto nos pasa a todos en un momento u otro, o más bien en muchos momentos de nuestra vida. Es parte de la vida misma. Es así como aprendemos, como crecemos, como evolucionamos.

Una historia muy típica que se cuenta sobre este tema es la de la mariposa: parte de su metamorfosis consiste en salir del capullo, y eso le cuesta muchísimo, es una verdadera lucha; a cualquiera que lo viera desde fuera le parecería que se va a morir sin conseguirlo. Pero lo consigue. Y tiene que ser ella la que lo haga, porque así es como se fortalecen sus alas, para luego poder volar. Si alguien, con toda su buena intención, abriera el capullo antes de tiempo para dejarla salir, se quedaría demasiado débil y no sobreviviría.

De la misma manera, todos tenemos que seguir nuestro propio camino y pasar por nuestras propias transformaciones. ¿Pero realmente tenemos que pasarlo tan mal? ¿O vérselo pasar tan mal a otros, y sin ayudarles? Bueno, lo que sí podemos hacer es tratar esos momentos de la vida como lo que realmente son: etapas de crecimiento, completamente normales. Y sí que podemos ayudar, pero no a base de intentar solucionarle a esa persona los problemas desde fuera, sino respetando su proceso, y acompañándola para que encuentre sus propios recursos y sus propia soluciones.

Creo que esto se resume muy bien en esta cita, que es el primer principio del coaching co-activo:

Las personas, por naturaleza, son creativas, completas y están llenas de recursos.
Las personas no están rotas, no necesitan que las arreglen, y tienen su propia sabiduría innata sobre cómo vivir la vida.

Lo que quiero decir con esto es que, salvo contadas excepciones donde hay patología o trastorno y sí que es necesario acudir a un psiquiatra o a un psicólogo, por lo general todo lo que necesitamos es un poco de tiempo, apoyo y confianza en nosotros mismos para ir superando los retos que se nos pongan por delante.

Eso, y autoconocimiento, mucho autoconocimiento, que siempre ayuda 🙂

Lo que tenga que pasar

Hoy os traigo una cita que se cruzó en mi camino hace unos meses y que me gustó mucho; nos invita a soltar un poco el control y a confiar más en la vida, o al menos así es como yo la interpreto:

Que llegue quien tenga que llegar,
que se vaya quien se tenga que ir,
que duela lo que tenga que doler…
Que pase lo que tenga que pasar.

Mario Benedetti

Da un poco de vértigo, ¿verdad? Sobre todo si, como yo, tienes tendencia a querer controlar tu entorno y a intentar que las cosas salgan siempre como tú quieres.

Pero, ¿sabes qué? Que lo que tenga que pasar va a pasar igualmente, así que, ¿por qué no relajarnos, disfrutar de cada momento y confiar en que a la larga todo va a salir bien? Confiar en que ya tenemos (o podemos conseguir) todos los recursos que necesitamos para enfrentarnos a lo que sea que se nos ponga por delante.

Ojo, que no estoy diciendo que nos sentemos tranquilamente a esperar que la vida nos lo dé todo hecho, no se trata de eso… Se trata de tener claro hacia dónde queremos ir y lo que es importante para nosotros, pero sin forzarlo demasiado, estando abiertos a aprender por el camino, fluyendo y adaptándonos a medida que avanzamos, para así poder aprovechar lo que nos vaya llegando en lugar de frustrarnos porque no es lo que esperábamos.

También se trata de reconocer cuando algo o alguien ya no nos está haciendo bien, o simplemente no nos está ayudando a crecer, y tener la valentía de dejar de aferrarnos a ello, de soltarlo, para dejarles hueco libre a nuevas personas y experiencias.

Y sí, habrá momentos en los que la vida duela un poquito, eso es inevitable. Pero en realidad no es eso lo que peor llevamos; es el sufrimiento que le añadimos nosotros, y que como comento en este otro post, es completamente opcional…

Así que, ¿te atreves a soltar un poco el control, y que pase lo que tenga que pasar?

Reprograma tu vida: ¿Por dónde quieres empezar?

(Este artículo es el último de una serie de diez, los puedes ver todos en la categoría de ReprogramaTuVida).

Espero que la introducción a «Reprograma tu vida» y las ocho claves que hemos visto en las últimas semanas te hayan parecido interesantes. Y ahora que ya tienes toda esta información, ¡es hora de ponerte manos a la obra!

Porque de poco nos sirve acumular conocimientos si no los ponemos en práctica, y sólo pasando a la acción se consigue el verdadero cambio.

Así que, ¿por dónde quieres empezar? Te invito a elegir una de las ocho claves, y a comprometerte a practicar una acción relacionada con ella durante un periodo de tiempo, por ejemplo 21 días:

Aquí hay unos cuantos trucos para ayudarte a conseguirlo:

  • Elige sólo una cosa, y relativamente pequeña, en lugar de intentarlo todo a la vez. Cualquier hábito nuevo requiere esfuerzo hasta que se vuelve automático.
  • Pon tu compromiso por escrito – Rellena e imprime la ficha de más abajo, o haz tu propia versión en una hoja de papel, y ponla en un sitio visible para poder acordarte a diario.
  • ¡Cuéntaselo a alguien! Muchas veces ayuda el tener que dar cuentas a otra persona.
  • No te desanimes si por lo que sea te saltas un día, pero asegúrate de que sea sólo uno, no te permitas saltarte dos.
  • Piensa en cuál será tu recompensa al acabar los 21 días, ¡y disfrútala!
Documento the compromiso: "Yo, ... me comprometo a practicar... durante los próximos 21 días, y lo comparto con ... Mi recompensa va a ser ... Fecha: ... Firma: ..."
Commitment document: "I, ... commit to practicing... for the next 21 days, and I´m sharing this with... My reward will be... Date: ... Signature: ..."

Un buen comienzo es la mitad del trabajo

Proverbio irlandés

Reprograma tu vida, episodio 8: Y mucho más…

(Este artículo es continuación de los de las semanas anteriores, episodios 0123 456 y 7, y la semana que viene se publicará el último episodio)

Y llegamos a la octava y última clave de «reprograma tu vida», gracias por leer hasta aquí 🙂

Como hemos ido viendo a lo largo de estas últimas semanas, se pueden encontrar muchas similitudes entre el funcionamiento de nuestra mente y el de un teléfono móvil, o un ordenador.

Esta metáfora del móvil nos puede ser muy útil, tanto para entender y asimilar ciertos conceptos que nos llegan de diferentes disciplinas (neurociencia, mindfulness, programación neurolingüística…), como para aplicarlos de forma práctica a nuestra vida diaria, modificando nuestros hábitos de manera que nos ayuden a cumplir nuestros objetivos: tener más energía vital, ser más eficientes, mejorar nuestra comunicación, y en definitiva, comprendernos mejor a nosotros mismos y a los demás.

Pero también quiero aprovechar para recordarte que esto no es más que una metáfora, una comparación, y que sólo puede llegar hasta cierto punto, porque los móviles y los ordenadores no son personas, sólo son máquinas. Muy complejas y sofisticadas, eso sí, muy inteligentes a su manera, pero máquinas al fin y al cabo.

Y las personas no somos máquinas, somos mucho más. Tú eres mucho más.

Las personas tenemos la capacidad de vivir, de crear, de sentir. De conectar con otros seres humanos, con la naturaleza, con la sabiduría profunda del Universo. De reír, de llorar, de compartir, de imaginar y de aprender, de disfrutar del momento presente y de visualizar el futuro que queremos.

Hay ciertas preguntas que una máquina nunca será capaz de responder… Te invito a reflexionar sobre algunas de ellas, para así encontrar tus propias respuestas:

  • ¿Qué es lo que más te ilusiona y te motiva en la vida?
  • ¿Qué es lo más importante para ti, lo que más valoras?
  • ¿Cuál quieres que sea tu contribución, tu aportación a este mundo?
  • ¿Cuál es ese sueño que te encantaría poder hacer realidad?

Reprograma tu vida, episodio 7: Pon atención a las notificaciones

(Este artículo es continuación de los de las semanas anteriores, episodios 0123 45 y 6, y en las próximas semanas se irán publicando más episodios)

A lo largo del día, el móvil nos avisa de un montón de cosas, mostrándonos mensajitos en forma de notificaciones. Algunas podemos elegir si queremos verlas o no, como los avisos de mensajes de correo electrónico o de redes sociales, pero otras son inevitables porque tienen que ver con el propio dispositivo, como los avisos de que ya queda poca batería, de si hay o no hay conexión de Wi-Fi, o cada cierto número de meses, de que el sistema operativo necesita actualizarse.

El cuerpo humano también lleva incorporado un sistema muy efectivo y sofisticado de notificaciones: son las emociones.

Mosaic of 25 images of the same woman´s face showing different emotions

  • Las emociones se producen en respuesta a un estímulo, que puede ser real, imaginado o recordado.
  • Tienen un componente fisiológico: nuestro cuerpo se activa de una manera determinada, que es diferente para cada emoción.
  • Y también tienen un componente cognitivo: el cerebro interpreta esas señales del cuerpo para darle un sentido a lo que estemos experimentando.

Algunas emociones son aprendidas o tienen componentes culturales, pero hay varias que han sido reconocidas como universales: todos los seres humanos las compartimos y todos somos capaces de reconocer la expresiones faciales que las caracterizan.

Cada emoción llega para avisarnos de algo, para darnos un mensaje sobre lo que nos está pasando en un momento en concreto, y si sabemos escucharla, nos puede dar una información muy útil.

Las emociones pueden llegar a ser muy intensas, pero su duración es cortita, de aproximadamente un minuto y medio. El problema es cuando nos quedamos «enganchados» en esa emoción, dándole vueltas y más vueltas, porque lo que hacemos entonces es seguir generándola una y otra vez con nuestro pensamiento repetitivo. Es así como generamos un estado de ánimo determinado, que es menos intenso que la emoción pero más duradero, sin un principio y un final tan definidos.

¿Y qué podemos hacer para no quedarnos enganchados? Pues acoger esa emoción en el momento en el que aparezca, permitirnos sentirla. Dejar que nos atraviese, estando atentos, y sin tratar de evitarla ni huir de ella. Eso nos va a permitir reconocerla, ponerle nombre, y escuchar el mensaje que nos viene a traer. Porque una vez entregado el mensaje, la emoción ya ha cumplido con su misión, ya se puede marchar. Y nosotros podemos dejar que se marche, y utilizar la información que nos ha dado para tomar una decisión y actuar en consecuencia.

Alegría

Human face expressing joy
  • ¿De qué me avisa? – De algo agradable y placentero, de haber alcanzado una meta.
  • ¿Para qué? – ¡Para disfrutarlo!
  • Además… – Mi cara sonriente muestra cordialidad, transmite a los demás: «no soy una amenaza para ti».

Sorpresa

Human face expressing surprise
  • ¿De qué me avisa? – De algo nuevo, repentino e inesperado.
  • ¿Para qué? – Para centrar la atención.
  • Además… – Los ojos se me abren mucho para poder fijarme bien, e investigar eso nuevo que acaba de aparecer.

Miedo

Human face expressing fear
  • ¿De qué me avisa? – De un peligro que amenaza mi seguridad.
  • ¿Para qué? – Para evitar o mitigar el daño.
  • Además… – Mis sentidos se agudizan, y mi organismo se prepara para protegerse del peligro.

Ira

Human face expressing anger
  • ¿De qué me avisa? – De un obstáculo que se interpone, o de que se ha transgredido un límite que es importante para mí.
  • ¿Para qué? – Para apartar el obstáculo o defender mis límites.
  • Además… – Me preparo para atacar.

Tristeza

Human face expressing sadness
  • ¿De qué me avisa? – De la pérdida de algo valioso, o de una necesidad no cubierta.
  • ¿Para qué? – Para buscar ayuda, o tomarme un tiempo para recuperarme.
  • Además… – Mi dolor emocional puede ir acompañado de dolor físico.

Asco

Human face expressing disgust
  • ¿De qué me avisa? – De una sustancia o situación potencialmente nociva.
  • ¿Para qué? – Para evitar contaminarme.
  • Además… – La sensación de repugnancia hace que evite aquello que no es bueno para mí.

¿Cuáles de estas notificaciones recibes más a menudo? ¿Y qué sueles hacer cuando las notas? Si te ha parecido interesante este tema, aquí tienes otro artículo que escribí hace tiempo sobre las emociones.