Incertidumbre

Las Navidades ya están a la vuelta de la esquina, y no sé a vosotros, pero a mí este año me está costando meterme en el espíritu navideño. En una época en la que lo que se suele hacer son planes, la incertidumbre pesa todavía más que de costumbre… Y digo que de costumbre porque me atrevería a decir que, de dos años para acá, todos nos hemos adaptado a cierto nivel continuo de no saber qué va a pasar. Y sabemos que en un momento u otro van a seguir apareciendo situaciones inciertas.

snowy pathway surrounded by bare tree

Pero claro, como a nuestro cerebro no le gusta nada la incertidumbre, si lo dejamos en piloto automático gasta mucha energía manteniéndose alerta y poniéndose en lo peor, de modo que acabamos estresándonos inútilmente hasta acabar agotados. Y eso es insostenible a largo plazo.

¿La solución? Aprender a estar cómodo con la incomodidad de no tener certeza absoluta, de no saber cómo van a salir las cosas, de no tenerlo todo controlado.

Y para eso, ¿qué es lo que ayuda mucho? Confiar.

Confiar en que todo va a salir de la mejor manera posible, de la manera que tiene que salir, aunque no sea la que nosotros queramos ni entendamos ahora mismo el porqué. Cuando nos atrevemos a soltar y a confiar en la vida, la historia cambia. La incertidumbre puede que siga ahí, pero el miedo desaparece.

Os copio unas palabras de Brené Brown sobre este tema, que ella relaciona con la vulnerabilidad:

Me pasé muchos años tratando de ser más rápida y más lista que la vulnerabilidad haciendo que las cosas fueran seguras y definitivas, blancas y negras, buenas y malas. Mi incapacidad para acoger la incomodidad de ser vulnerable limitó la plenitud de esas experiencias tan importantes que se forjan en la incertidumbre: el amor, la pertenencia, la confianza, la alegría y la creatividad, por nombrar unas pocas.

Felices fiestas. Que la incertidumbre no te impida vivirlas plenamente, tal vez este año de una manera nueva y diferente.

Volver a empezar

Dicen que cada día es una oportunidad para empezar de nuevo… Y sí que es cierto, pero también es verdad que hay ciertas épocas del año en las que es más fácil tener esa sensación de borrón y cuenta nueva. Como por ejemplo en los cambios de estación: al cambiar el clima y la longitud de los días aprovechamos no sólo para renovar el vestuario, sino también para adaptar nuestras costumbres a lo que toca según la temporada.

Y uno de los cambios de estación que más nos revoluciona es el inicio del curso escolar, que tanto en Irlanda como en España (donde vivo y de donde soy, respectivamente), ocurre en el mes de septiembre.

"Back to school" written on a black backboard

Es un momento en el que me suelo sentir con muchas ganas de empezar nuevos proyectos, de crear nuevas rutinas, volviendo a la estabilidad después del cambio de aires del verano.

Y este año no es una excepción, al contrario: me hace todavía más ilusión, porque este año tocan cambios a lo grande en mi vida personal y en la profesional (si es que hay manera de separar las dos), y por una vez me estoy animando a aceptar el reto de abrazar la incertidumbre, de caminar hacia ella en lugar de evitarla… La verdad es que no tengo muy claro ni cómo me saldrá ni dónde acabaré, pero lo que sí sé es que va a ser un camino muy interesante, lleno de retos, y que voy a aprender un montón, ¡qué ganas de empezar! 🙂

Amistades

Cuando estaba en la universidad, mi amiga Merche tenía en su cuarto un póster que a mí me gustaba mucho. El dibujo era una caricatura muy colorida de un grupo de animales todos juntos, creo recordar que había una jirafa, un elefante… Y la frase, que estaba en inglés, decía: “Friendship comes in all shapes and sizes” (hay amistades de todos los colores y tamaños).

A lo largo de los años vamos conociendo a muchas personas, creando amistades, compartiendo etapas de nuestra vida con unos y con otros. Y aunque quizá en general tendemos a buscar personas con las que tenemos bastante en común, cuando hacemos amigos que son de alguna manera diferentes (y hay mil maneras de ser diferente), la amistad resulta si cabe mucho más enriquecedora: nos ayuda a crecer, a ensanchar nuestro mundo, a ver otras perspectivas.

Algunas amistades se pierden con el tiempo, otras permanecen, y otras van cambiando con los años. Y es completamente natural: ni tú ni ellos sois los mismos de hace un año, o hace diez, o hace veinte, y a veces los caminos de cada uno van en distintas direcciones. Pero eso no resta valor para nada al cariño y al tiempo que compartisteis.

Y afortunadamente, sin saber muy bien por qué, hay ciertas amistades por las que no pasa el tiempo. No importa desde cuando llevemos sin vernos, o si hemos perdido el contacto durante unos meses, o unos años… Al volver a encontrarnos, vuelve la misma confianza de siempre, la misma alegría, el mismo cariño.

Tengo la inmensa suerte de haber ido encontrando de esos buenos amigos por los que no pasa el tiempo. Y esta semana me he podido reunir con varios de ellos. Mil gracias chicos, vosotros sabéis quiénes sois 😉

Original by Dani&She

Un regalo inesperado

Yo en general no soy mucho de bañarme en la playa; me crié en el interior y tengo poca costumbre, pero una cosa que sí que me encanta es pasear por la orilla y remojarme los pies. 

Ayer por la tarde tuve el placer de hacer precisamente eso, mientras veía una preciosa puesta de sol. Había hecho mucho calor durante el día, pero a esa hora la temperatura se había suavizado y se estaba genial, hasta el agua me pareció menos fría de lo habitual… La mayoría de la gente ya se había vuelto a casa, y ya sólo quedaban unos pocos. Y en aquel momento, todo era paz y tranquilidad.

Qué gozada.

Así que iba yo paseando tranquilamente, en mi propio mundo, disfrutando del paisaje, pensando en mis cosas, alegrándome de haber aparcado mi lista de tareas un ratito para vivir el momento presente (y dándole forma en mi cabeza a un post sobre prioridades, que ya escribiré otro día), cuando otra visitante de la playa sacó esta foto tan chula:

Bea walking along the beach at dusk, her reflection showing in the water

Un regalito inesperado, y un precioso recuerdo, ¡gracias Sharon!

Pilas recargadas

De vez en cuando viene bien cambiar de aires, aunque sea por un par de días, para salirse un poco de la rutina diaria, cambiar de perspectiva y recargar pilas. Este verano, por segundo año consecutivo, me he llevado a las niñas a unas mini-vacaciones por Irlanda, o como está de moda decir, a una staycation (vacaciones sin salir del país).

La verdad es que es una gozada salir a conocer sitios nuevos, o volver sitios conocidos de hace años… Y estos tiempos de confinamiento me han hecho apreciar más que nunca estas oportunidades. Me ha encantado volver al anillo de Kerry, y hemos tenido el privilegio de verlo a nuestro ritmo, sin agobios, y sin el sinfín de autobuses de turistas que normalmente invaden estas tierras en los meses de verano. 

Durante este viaje en familia hemos tenido un poco de todo: sorpresas, cambios de planes, mucha música en la radio (de calidad variable), muchos helados (¡y chocolate!), y sobre todo, muchos paisajes chulísimos. Para muestra esta foto de los acantilados de Kerry:

View of the Kerry cliffs and the sea

Total, que nos llevamos un montón de buenos recuerdos para aguantar hasta la próxima escapada. Y si está genial salir de vacaciones unos días, está genial también volver después a casa 🙂

Después de este descansito (más mental que físico, tengo que decir), retomo mi día a día con energías renovadas, sobre todo el par de proyectos en los que estoy trabajando y que me hacen mucha ilusión, uno de ellos por supuesto este blog. Seguiremos informando.

Historial de versiones

Las circunstancias excepcionales que hemos vivido este último año han hecho que muchos de nosotros nos planteemos reinventarnos, ya sea por necesidad, a raíz de cambios en nuestra vida y en nuestro entorno, o simplemente por haber tenido más tiempo para reflexionar, echar un vistazo sincero a nuestra vida y cuestionarnos la posibilidad de cambiar de rumbo.

La palabra “reinvención” a mí me sonaba un poco radical, y la verdad es que me daba bastante respeto (por no decir miedo). Hasta que recordé lo que me dijo una vez mi buena amiga Bea: que a lo largo de nuestra historia vamos viviendo en realidad muchas vidas; cada vez que pasamos página, es una vida nueva.

Y me di cuenta de que yo ya me había reinventado, y más de una vez.

Life cycles of man and woman.

Habiendo estudiado informática, lo que me vino a la mente fue comparar cada una de esas reinvenciones con un “cambio de versión” en mi vida. Cada cambio significativo ha sido un avance, un aprendizaje, que he podido incorporar a esa versión siguiente de mí misma. Algunos de esos acontecimientos los he elegido yo, y otros no. Unos han sido más grandes que otros, al igual que un sistema operativo o aplicación a veces se actualiza a una versión “mayor” o “menor” (si esto te suena a chino, aquí hay más información sobre el versionado de software).

Así que me puse manos a la obra, y me construí mi propio historial de versiones:

  • V0 (versión cero) – Llego a este mundo (concretamente a Cáceres, España) el 10 de marzo de 1978.
  • V1.0Decido estudiar Ingeniería Informática – la primera decisión “de verdad” de mi vida.
    • V1.1 – Me echo novio.
    • V1.2 – Acabo la universidad y me mudo a Madrid a buscar trabajo.
    • V1.3 – Consigo mi primer trabajo, en una consultora.
    • V1.4 – Cambio de trabajo, mi proyecto asignado no sale adelante y me despiden.
    • V1.5 – Encuentro otro trabajo, en otra consultora.
    • V1.6 – Me intereso por la traducción, y hago un curso de experto universitario en traducción español-inglés.
  • V2.0– Me caso y me voy a vivir a Dublín, Irlanda.
    • V2.1 – Consigo mi primer trabajo en Irlanda, de analista-programadora, en una empresa estupenda (nada de consultoras).
    • V2.2 – Nace mi hija Irene – me convierto en madre.
    • V2.3 – Pierdo mi segundo embarazo en un aborto espontáneo.
    • V2.4 – Nace mi hija Alicia.
    • V2.5 – Hago un curso de Programación Neurolingüística (PNL).
  • V3.0Decido hacer una pausa en mi carrera laboral, y pasar más tiempo con mis hijas.
    • V3.1 – Hago un curso de profesora de español como segunda lengua.
    • V3.2 – Nace mi hija Eva.
  • V4.0Me separo de mi marido (más adelante me divorcio).
    • V4.1 – Empiezo a trabajar en otra empresa estupenda, como analista de sistemas.
    • V4.2 – Me compro mi propia casa para vivir con mis hijas.
    • V4.3 – Me paso de informática a un puesto de business, dentro de la misma empresa.
    • V4.4 – Me adapto a trabajar desde casa y modificar la rutina de custodia compartida.

Así que ya lo veis: al menos tres reinvenciones, tres grandes cambios, con sus pequeños cambios graduales entre medias… Curiosamente, el primer cálculo me salió de tal manera que acababa en la versión 4.3, a mis 43 años 🙂

Espero que este ejemplo os anime a pensar en vuestra propia experiencia, en cómo ya habéis avanzado de versión un montón de veces, enfrentándoos a retos grandes y pequeños, y en cómo los habéis superado y habéis ido aprendiendo de todos ellos… eso os dará confianza para enfrentaros a lo que sea que venga después, y seguir evolucionando.

Mientras tanto yo, como no podía ser de otra manera, estoy ya trabajando en mi cuarta reinvención, preparando la versión 5.0.

¡Hola otra vez mundo!

Allá vamos, chicos y chicas, os presento mi nuevo proyecto:

BinaryWords 2.0

En este espacio irán apareciendo nuevas entradas con toda clase de cosas (esperemos que interesantes), escritas en español e inglés 🙂